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La carta de un infectado por la gripe española que se asemeja al coronavirus


"Tengo que luchar por mi respiración", relata la carta de un paciente australiano publicada por su nieta 100 años después

«Tengo que luchar por mi respiración«, contó el abuelo de Fiona Pepper, una periodista australiana, compartió en un programa de radio las similitudes que encontró entre lo escrito por su bisabuelo en una carta de septiembre de 1919, durante la pandemia de la gripe española, y lo que el mundo vive durante los últimos meses con la propagación del nuevo coronavirus.

Pepper publicó citas del mensaje de Harry Cole, por entonces un profesor de 29 años infectado con la gripe, quien le escribió a su mujer mientras estaba en aislamiento en un hospital de la ciudad de Geraldton, en Australia occidental.

En ese momento ya solo pesaba unos 45 kilos y no podía vestirse sin la ayuda de enfermeras. Igual que lo hace ahora el coronavirus, la influenza afectaba el sistema respiratorio y el corazón del contagiado.

«Tengo que luchar por mi respiración«, contó Cole, «temo que mi corazón está muy débil y, hasta que esto no mejore, habrá poca mejora en mí». Añadió que no podía dormir por las noches porque respirar le resultaba aún más difícil al estar acostado y la tos no lo dejaba descansar.

Tal como hoy sucede a muchos, Cole se preocupaba por el personal del hospital. Al no llegar la enfermera que lo cuidaba, el hombre escribió: «Espero que no haya contraído la enfermedad, la pobre, querida chica».

A pesar de que el hombre temía dejar el hospital y eventualmente sufrir un ataque al corazón sin que los médicos estuvieran cerca, estuvo dispuesto a viajar los 100 kilómetros que lo separaban de su casa para estar con su familia. Sin embargo, nunca llegó a verlos de nuevo, pues falleció varios días después de enviar la carta.

La pandemia de la gripe que causó la muerte de Harry Cole cobró la vida de decenas de millones de personas en todo el mundo. La infección se transmitió más entre los jóvenes, y los movimientos de los ejércitos de la Primera Guerra Mundial aportaron a la propagación.