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La Amazonía y el Pantanal continúan asediados por el fuego en Brasil


Revelan que en los diez primeros meses del año fueron detectados 93.356 focos de incendio: un número mayor a los 89.176 registrados en todo el año pasado

La Amazonía brasileña registró en octubre 17.326 focos de incendio, más del doble de los 7.855 en el mismo mes del año pasado, informó oficialmente el gobierno federal.

Los satélites del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) revelan además que en los diez primeros meses del año fueron detectados 93.356 focos, más que los 89.176 registrados en todo el año pasado, según informó la agencia AFP.

Los datos de octubre son notablemente inferiores a los de los meses anteriores, debido a que la Amazonía se está acercando a la temporada de lluvias.

En tanto, más al sur, el Pantanal, el mayor humedal tropical del planeta, también está siendo arrasado por las llamas.

Según se informó, el INPE detectó el mes pasado 2.856 focos de incendio, un nuevo récord mensual desde el inicio de esas observaciones en 1998.

Las llamas devoraron en 2020 más de un 23% de la parte brasileña de este paraíso de la biodiversidad que se extiende por Brasil, Paraguay y Bolivia.

Los incendios de la Amazonía brasileña se dispararon un 120% en octubre (CHRISTIAN BRAGA/GREENPEACE)

En los primeros diez meses del año, registró 21.115 focos de incendio, más del doble de los registrados en todo 2019 (10.025) y la peor cifra para ese periodo desde que empezaron las mediciones.

Expertos y ONG ambientalistas responsabilizan de los incendios al Gobierno del presidente Jair Bolsonaro, un escéptico del cambio climático, y a su discurso a favor de las actividades extractivas en áreas protegidas que incentiva, según ellos, la deforestación.

«Con los índices de deforestación cada vez mayores en los últimos años, las alertas de los investigadores fueron ignoradas por el Gobierno: deforestación y fuego andan juntos», declaró Mariana Napolitano, gerente de Ciencias del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en Brasil.

«Tras deforestar la selva los infractores prenden fuego para limpiar el material orgánico acumulado. Con la llegada de las lluvias, el ritmo de los incendios parece estar reduciéndose, pero no podemos depender de los factores climáticos. Lo que pasó en la temporada seca en la Amazonia y el Pantanal no se puede repetir», agregó.

Una parte de los incendios son consecuencia de las quemas para preparar la tierra, eliminar las plagas y cultivar maíz o soja o plantar pasto para el ganado, pese a que el Gobierno prohibió en julio esa práctica por un período de 120 días.