Por Andrea Astiasuain
Tras dejar el fútbol profesional, Kurt Lutman empezó a incursionar en la escritura. En esta ocasión el ex jugador de Newell’s presentará el próximo 7 de noviembre su segundo libro «Semillas para barriletes» en la Sala de Luz y Fuerza desde las 18.
«Semillas para Barriletes» cuenta con 20 historias en diferentes formatos que van desde la crónica a la poesía, pasando por el cuento. Una producción que “intenta acercar una mirada sobre el deporte, el amor, los miedos, la muerte y la resistencia de los sueños”.
—¿De qué se tratará la charla del próximo 7 de noviembre?
—Además de la presentación del libro siento que va a estar más atravesada por una charla que tiene que ver con el fútbol y el arte como herramienta de inclusión, que es un poco también lo que toca el libro. Es una charla que vengo dando, que la fui construyendo con el tiempo entre mucha gente, se fue depurando con el tiempo de muchas charlas donde la gente participaba y refinaba cada concepto. Me parece interesante para las instituciones que alojan a parte del pueblo por eso tiene sentido que se dé en un sindicato.
—¿Cómo crees que las instituciones tienen que integrar a la sociedad?
—Lo están haciendo, hablando del sindicato por ejemplo, y siento que está pasando como con la escuela. Están haciendo de padres, de psicólogos, de un montón de cosas que el Estado está empezando a replegar en este contexto. Yo siento que va a ser vital la batalla que den los sindicatos porque está en juego la comida de la gente. Por eso para mi es un orgullo poder presentarlo en Luz y Fuerza, porque es de los sindicatos que en Rosario tiene una conducta hace años, tiene una coherencia que a mí se me hace muy fácil sentirme orgulloso de que vengo a presentarlo acá, que encima es el sindicato con el que tuvo un vínculo mi viejo cuando laburaba en Agua y Energía y mi tío «Chacha», para mí el placer va a ser doble.
—¿Qué relación tiene el fútbol con la cultura popular?
—Es el juguete más preciado y más barato: la pelota. Y un gran maestro para los pibes y pibas, que se están acercando desde chiquitos. Por ejemplo en los barrios populares donde hay un pedazo de tierra, algo redondo y eso hace que un niño y una niña empiecen a correr y a jugar pero aparte puedan hacerlo con otros. Eso me parece que no pasa con una bicicleta, pasa con ciertos juguetes. No tengo muchas respuestas de por qué, pasa a nivel mundial, es el juego más popular del mundo. A mí me gusta la idea de que es un misterio también, y es un misterio que yo todavía no resolví. Para mí el fútbol fue mi maestro y fue el juego sagrado. Por qué fue ese y no fue otro, no lo sé… Siento que hay una conexión a nivel pueblo muy fuerte, a nivel juego y siento que tiene que ver porque agrupa y contiene, y contuvo a las mayorías populares cuando las elites denostaban el fútbol, por ejemplo los intelectuales de los 30 y los 40. Hoy para mí toma otra importancia y también para el mundo toma una resonancia distinta. Tanto «el Diego», como un montón de futbolistas cada vez que abren la boca tienen un impacto superior que un docente, un sociólogo o un presidente. Entonces eso hace que sea inevitable estar pendiente qué pasa en el fútbol.
—¿Y cuando los jugadores de fútbol apoyan a los espacios políticos más asociados con la derecha?
—Para mí tiene sentido, más allá de que no me gusta. Se están dando una estrategia desde esos espacios políticos por la importancia del fútbol y entendieron que esa referencia la van a jugar. Yo siento que detestan el fútbol pero entendieron que ahí hay poder. Te agarran desprevenidos, te agarran con poca información, con poco debate político. Porque si uno no pertenece a una organización política ese debate se da con la televisión, ese debate no existe, está vaciada de contenido político. Entonces me parece que más allá del dolor que implica que haya futbolistas a los que uno admira que tomen posiciones políticas antagónicas también existen otros futbolistas que piensan otra cosa, entonces eso está en tensión permanente, por ejemplo Juninho le salió a contestar a Ronaldinho, le salió a decir que nunca un futbolista salido del pueblo puede estar del lado de Bolsonaro y fue maravilloso esa tensión y esa discusión. El fútbol al igual que todas las capas sociales y todas las instituciones sociales está en tensión con la política.
—¿Por qué crees que los futbolistas que salen de las clases populares están desconectados de la realidad social?
—Siento que tienen una conexión más debilitada porque estamos tan metidos en nuestro mundo. A mí también me costó entender la realidad nacional, yo toda mi vida jugué al fútbol y toda mi vida me dediqué a la pelota y eso es un universo que te atrapa y te encapsula, pero siento que no solamente nos pasa a los futbolistas. Nos pasa en casi todos los órdenes sociales. Si alguien no está vinculado a una institución que discute política, en realidad, te convertís en una sola cosa, pasa con un kiosquero, te convertís en kiosquero. Y si esa información no la salís a buscar, y no participás de un espacio que revea todo el tiempo y haga síntesis de lo que pasa, te quedás con la televisión. Quedamos saciados con la televisión porque creemos que es una herramienta de discusión y de información cuando en realidad es todo lo contrario, es una herramienta de desinformación. Entonces sentimos que con esa porción de información ya está, cuando en realidad nos están desinformando. Pero bueno, el futbolista tiende al igual que en casi todo los órdenes de la vida a encapsularse en eso. Cuando eso se rompe, y sale al mundo y a mirar ver otras cosas, el flash es importante. A mí me pasó, yo quedé culo para arriba cundo empecé a militar en H.I.J.O.S. Yo no sabía lo que había pasado en la dictadura y había nacido en ese contexto, en la escuela no me lo habían enseñado. Entonces también es producto de un montón de instituciones y una historia que tiene que ver más con la historia nuestra, la Argentina, que ha desinformado más que informado.
—Estuviste compartiendo charlas con la directora técnica de fútbol femenino Mónica Santino, ¿cómo ves su trabajo?, ¿qué pensas del futbol femenino y el femenismo en el fútbol?
—Es una hermosa noticia que las mujeres empiecen a entrar, a romper el alambrado y a mandarse adentro de la cancha. Por dos cosas, porque es un derecho jugar para todos y todas, y porque nos vienen a enseñar otras formas de hacerlo. Si uno está atento puede aprender incluso. Hay otra forma, otra energía, hay una energía distinta. Mi hijo juega distinto, porque tiene otra edad, es una cuestión etaria también. Las mujeres vienen a imprimir desde su energía femenina una nueva forma de jugar, novedosa, como también el fútbol de veteranos. Cuando uno empieza a afinar y a poner la lupa encuentra una multiplicidad de forma que es riquísima, cuando uno niega ese proceso, obstaculiza para que eso no pase se pierde toda esa información. Es muy necio negar que las mujeres tengan primero su espacio para poder desarrollarse y le den la forma que quieran, que eso va nutrir al fútbol, en realidad va a nutrirlo. Yo veo jugar a un pibito o una pibita y me están mostrando otra forma de jugar, con otro equilibrio físico. Todo eso lo aprendí porque me lo enseñó Mónica Santino. Escucharla a Mónica es aprender todo el tiempo. Recomiendo a quien lea esta nota que cada vez que ella pueda estar en Rosario, se acerque a escucharla, porque la experiencia de la Villa 31 es maravillosa, y ella como traductora de esa experiencia, más todavía.
—¿Por qué crees que se le negó este momento el conocimiento al fútbol femenino?
—No solamente ha pasado en el fútbol, en un montón de artes, pero tiene que ver con el patriarcado, la cultura patriarcal. Nuestros viejos, sostuvieron lo que aprendieron de nuestros abuelos, que nuestros abuelos aprendieron de mis bisabuelos que viene bajando de hace mucho tiempo, uno va reproduciendo y hace lo que puede con eso. Hoy que la palabra desconstrucción esté tan instalada, yo la festejo porque me hace mejor. Yo tengo una hija y un hijo y quiero estar a la altura del proceso de mi hija y mi hijo. Y a ninguno de los dos poder coartarle una mirada o reprimir un deseo que tengan. Seguramente lo haga, si no me reviso todo el tiempo. Siento que a las mujeres se le ha negado durante muchísimo tiempo muchísimas cosas y llegó el momento de cortarla, de verse y ver la estupidez que tenemos como género y terminar con eso, al tiempo que cada uno pueda. Si no es muy frustrante, porque es mucha información junta y hay que desarmar mucha información, pero ir en función de eso porque te da la satisfacción de encontrarte con una mujer, en mi caso como Mónica Santino, pero como cualquier otra y poder aprender de esa mirada, entonces te hace más grande.
—Después de tantos años en el fútbol profesional, ¿disfrutás jugar al fútbol amateur en la actualidad?
—Disfruto de jugar al fútbol desde que me corrí del contexto del fútbol profesional porque es muy tensionante. Me saqué el modo de jugar profesionalmente, en parte, porque cuando juego con mis amigos, me doy cuenta que lo disfruto pero que tengo un modo de jugarlo que es efectista. Cuando estoy en piloto automático, se activa el chip, la información cada vez que entro a una cancha se activa automáticamente porque la reproducí durante 20 años de mi vida, me dejo llevar por esa forma que no es ni violenta ni volverme loco dentro de la cancha, pero sí es un despliegue físico excesivo donde después del partido me quedan doliendo las rodillas. Mi cuerpo juega como si yo jugaba de joven, y mi cuerpo ya pide otra forma. No reniego de lo que fue mi paso de la alta competencia, sí siento que cuando yo lo atravesé había niveles de tensión que ahora se agudizaron, que te explota la cabeza. Por eso también me corrí del fútbol, porque no quería tanto de eso. Necesitaba la improvisación en vez de la disciplina.
—El Clásico entre Newell’s y Central se jugó en provincia de Buenos Aires: ¿qué opinión tenés?
—La palabra es tristeza, la AFA es una vergüenza. Pero siento que la culpa no la tiene solamente AFA, sino como sociedad tenemos que hacernos cargo de que generamos tantos niveles de tensión en el clásico que llegó un momento que hasta corría el riesgo de vida gente después del partido cuando uno se iba de la cancha. Si vos te cruzabas con la camiseta equivocada con un grupo que tenía la camiseta del otro equipo corrías el riesgo de que te lastime. Ahí siento que la AFA tiene un nivel de culpabilidad, pero después aparecemos nosotros como sujetos sociales, qué nos pasa cuando estamos en manada y qué nos pasa cuando estamos en contexto de cancha. Después hay culpa del Estado que nunca se ocupó de intervenir como tiene que intervenir el estado Provincial y Municipal porque hace 8 años que no se juega con público visitante y hace 8 años que desde el Estado no hay una política de laburar la información, de laburar los decibeles y trabajar lo que es violencia en el fútbol. Me parece bien que si hay peligro que alguien termine lastimado o muerto no se juegue con público, incluso que no se juegue, me importa tres carajos el clásico si el riesgo es la vida de alguien, por un lado. Por otro lado, hay una ausencia de políticas públicas que hicieron que el nivel de violencia crezca y hay una culpa de todos nosotros por haber permitido que ese nivel crezca siendo protagonistas.
—¿Qué crees que debería pasar para que el clásico vuelva a jugarse en la ciudad con ambas hinchadas?
—Conciencia, y la conciencia es una construcción colectiva desde todos los actores sociales y la instituciones desde la escuela, desde el estado provincial, el estado municipal, desde los clubes, desde los futbolistas y desde los hinchas. Armar mesas que coordinen actividades, formas que discutan y podamos pensarnos e ir hacia un contexto distinto, hacia una fiesta distinta, que esa fiesta no sea trágica. Sino que sea una fiesta, gane y pierda, el que gane y el que pierda, dejar de convertir eso en una tragedia.
—¿Qué esperás que la gente se lleve de la charla en Luz y Fuerza?
—Vengo a compartir una información que no es mía, que me fui encontrando, que me fui armando en el tiempo por haber conocido un montón de gente y un montón de lugares que pudieron pensar el arte y el fútbol de otra forma.
La charla va a constar de dos instancias, una que voy a hablar yo y otra en la que vamos a abrir el juego a la palabra y vamos a ver qué necesidades, qué preocupaciones o qué interpelaciones sobre lo que yo traje hay. Así fui armando esta charla, en base a interpelaciones, en base a preguntas, a gente que no estaba de acuerdo con lo que yo planteaba y me sugería otra forma. Entonces vengo a traer y a llevarme eso, a seguir dándole forma a un fútbol que en lugar de excluir, incluya y abra la cancha.