KiVa (acrónimo de Kiusaamista Vastaan, que significa en contra del bullying) no pasó desapercibido en Europa y cerca de 20 países decidieron implementarlo y también varios países de América Latina, entre ellos Argentina, Chile, Colombia y Perú- están empezando a usarlo. La clave de KiVa es que, a diferencia de las metodologías tradicionales, además de trabajar con las víctimas y los acosadores, «incorpora a los testigos». Es decir que toma en cuenta a las personas que ven la situación pero se quedan calladas. Al trabajar con los espectadores y hacerles tomar conciencia de la situación el agresor pierde parte de su público y al sentirse solo con el maltrato que está llevando adelante decide dejar de hacerlo. Para que el trabajo sea exitoso lo fundamental es seguir un protocolo específico con la víctima, el acosador y los testigos de forma individual. Lo importante es no enfrentarlos entre sí. También se remarca un trabajo de prevención. Antes de que ocurra el acoso escolar tratar de dar charlas, de crear un ambiente agradable y respetuoso y enseñarle a los niños la diferencia de un conflicto entre pares, que es algo aceptable dentro del ámbito escolar y una situación de bullying que nunca debe ser tolerada. Al anticiparte al problema se lo identifica más fácil y los niños saben de que se trata. Esta concientización también alcanza a padres y a maestros. Lo que se busca con este método es cambiar, en cierta medida, la cultura, porque muchas veces el bullying se toma como algo normal y se piensa que son cosas de chicos y que lo deben resolver entre ellos y no es para nada así ya que como consecuencia de ello muchos chicos transitan una escolaridad traumatizante y concurren al colegio sintiéndose mal.]]>
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El rol de los testigos