El charanguista, guitarrista y cantante nació el 9 de mayo de 1965 en la ciudad de Salta y el próximo viernes dirá adiós a la tradicional banda
Por Sergio Arboleya – Télam
Sereno y convencido del paso que dará, el músico salteño Kike Teruel se prepara para la última función como parte de Los Nocheros, el conjunto folclórico que fundó hace casi cuatro décadas y del que se marchará el próximo viernes en un recital de celebración y despedida con la certeza de que esa experiencia grupal le dio “la vida misma”.
“Gracias a Los Nocheros conocí cerca de 200 países, alcancé un estilo de vida y logré cosas impensadas para el grupo, para el folclore y para la música argentina”, subraya Teruel durante un diálogo con Télam en la terraza de un hotel del centro porteño.
La postal del músico dando entrevistas en un lugar de paso es, justamente, parte del propio juego de la industria de la música que es lo que a Kike lo empuja a alejarse del ruedo.
El charanguista, guitarrista y cantante nacido el 9 de mayo de 1965 en la ciudad de Salta, asevera que su alejamiento “es una determinación totalmente personal que es una decisión de vida por lo que el entorno de la vida artística conlleva”, y añade: “Es a esa parte a la que renuncio de alguna manera”.
Kike anunció públicamente su alejamiento de Los Nocheros el 22 de enero pasado, previo a la presentación del grupo en el Festival de Cosquín y de otras citas folclóricas de verano, en lo que se preveía sería una manera de cerrar esa etapa.
Sin embargo, el problema de salud de su cuñada, Noemí Cristina Laspiur, más conocida como «La Moro», que la llevó a la muerte a inicios de febrero, alteró esos planes.
Ahora y con el Movistar Arena del barrio porteño de Villa Crespo como ámbito, Los Nocheros saludarán la partida de Kike con un recital denominado “Vaya donde vaya” que desde las 20 del viernes reunirá a la agrupación con artistas entre los que se contarán Soledad, Chaqueño Palavecino, Los Tekis, Ahyre, Ángela Leiva, Marcela Morelo, Los Alonsitos, Rodrigo Tapari y la dupla Dani Cuevas-Gaby Morales.
Los Nocheros nació en el invierno de 1986 por impulso de Mario Teruel, Kike Teruel, Rubén Ehizaguirre y Enrique «Pala» Aguilera debutando en la Peña Gauchos de Güemes y registrando dos casettes (“Al rojo vivo” y “Nuestra Salta”).
Aún con un premio Revelación en el Festival de Baradero de 1993, Aguilera decidió marcharse a los Cuatro de Salta, permitiendo el ingreso de Jorge Rojas, con quien el conjunto alcanzó la Consagración en el Festival de Cosquín del año siguiente y potenció su despegue.
Entre los grandes logros de ese camino figuró el millón de copias vendidas de “Signos” (1998), el suceso de “Entre la tierra y el cielo” como la canción más escuchada en radios argentinas en 1999, el llenar el estadio de Vélez en 2000, llegar al Colón junto a la Sinfónica de Salta en agosto de 2002, temporada en la que también colmó 11 funciones en el estadio Luna Park.
La salida de Rojas y su reemplazo por Álvaro Teruel (hijo de Mario y sobrino de Kike) se concretó en 2005 con otro estadio repleto, en este caso el de Ferro, y hacia 2009 y en yunta con Soledad y Chaqueño Palavecino (también representantes de esa popular estética folclórica y romántica que hizo mella en los ‘90) animó “La Fiesta” en un regreso a Vélez para al año siguiente concretar su primera gira europea con paradas en Londres, París y varias ciudades de España, paso inaugural de una apuesta internacional que después llegó a Australia y, poco más tarde, también a buena parte de Estados Unidos y países latinoamericanos, por citar apenas algunos sucesos.
—¿No te cuesta abandonar todos esos logros?
—La verdad que no. Quiero llegar sano y salvo a la edad que me permita la vida. Lo que me cansó fueron los tiempos muertos en los viajes, en los hoteles, yendo y viniendo, que me hicieron ser un padre ausente durante mucho tiempo y mi familia se tuvo que acomodar a mí, pero mi necesidad es llegar a mi casa entero. No quiero volver destruido, y porque considero que mi misión de cantar ya está cumplida.
—¿Eso implica que abandonás la música?
—La música no se deja jamás y no sé quién abandonó la música en su vida, pero sí quiero dejar esa otra parte. Por ahí me sale una canción y hoy en día con las redes sociales puedo mostrarla, pero es algo que tampoco lo pensé, no pensé nada. Siempre fuimos muy de vivir en familia muy abiertamente y tranquilo lo que vaya saliendo va a tener que ser así. Sí tengo proyectos empresariales y sociales que quiero llevar adelante pero no sé para dónde me llevará la vida.
—¿La música siempre te marcó la vida? ¿Venís de familia de artistas?
—La música me formateó y me forjó porque toco desde los 8 años cuando mi papá me llevó a lo de un amigo que enseñaba charango y al año siguiente ya estábamos cantando con Mario en el Dúo Teruel. Pero como mi familia no es del palo artístico, cuando decidimos dejar todo lo demás y dedicarnos a eso les costó aceptarlo, era muy resistido. Yo estudiaba Ingeniería y ya estaba en cuarto año y llegaba siempre desvelado y una profesora me dijo “estudiá o cantá”, y se lo comenté a mi mujer, con la que estoy desde que ella tenía 18 años, y ella me dijo “bueno, elegí qué querés hacer”. Pero para mis padres no fue tan sencillo de aceptar porque tienen concebida la vida de otra manera: el sueldo fijo, la obra social, la seguridad, lo que cualquier persona quiere para sus hijos.
—En lo personal, ¿el tener una familia ya constituida te ayudó a seguir teniendo los pies en la tierra más allá del éxito impresionante?
—Me hubiese vuelto más loco pero también me volví loco porque uno sí se la cree, se siente el dueño del mundo y que la vida es fácil. Nosotros pasamos de cantar para 20 personas en una peña a, en cinco o seis años, tener los festivales y los estadios explotados; pero por suerte por mi familia, mi mujer y el entorno de amigos y demás, fui y vine y pude regresar a tratar de ser normal.
—¿Cómo imaginas que va a ser esta despedida en el Movistar Arena? ¿Puede que te arrepientas?
—Te voy a poder contar al otro día (risas), sé que va a ser un momento muy lindo por poder compartir con tanta gente amiga que se reservó la noche para acompañarnos, para despedirme, y estoy muy agradecido por ello, pero no es duro para mí; no hay nada traumático, no hay nada raro, es solamente una decisión sobre cómo quiero seguir.
—¿Y por dónde querés seguir?
—Como dije en enero tengo por delante una tarea social y empresarial. En lo social venimos haciendo muchas cosas con mi señora, tenemos una fundación con la que hicimos un comedor grande en Salta y tenemos obras muy lindas por hacer, como un albergue para mujeres que sufren violencia de género, un banco de comida y geriátricos. Esos proyectos vienen de la mano de un modelo de financiamiento que propone Naciones Unidas mediante el «crédito carbono», que es un modelo original de una consultora canadiense con el cual estamos trabajando.
—¿La gestión política aparece para vos como otra posibilidad?
—Me gusta y lo tengo ahí muy en la gatera porque la mayoría de los políticos nos metieron en una grieta, en una pelea que nos divide mientras ellos andan a los besos y a los abrazos. Entonces no me metería ahora porque está todo violento y agresivo y yo no soy políticamente correcto, pero sí creo que en algunos años, si me preparo bien y tengo planes y proyectos, podría hacerlo.
—Salta, donde vivís, forma parte del territorio argentino que integra el llamado triángulo del litio. Tanto el desplazamiento de comunidades para la extracción de ese mineral como la normativa contra la protesta social se aprobó en esa provincia y también en Jujuy donde hay un gran conflicto, ¿cómo ves la situación?
—Es un tema muy delicado del cual hay que saber y hay que ver las dos partes. Un canal de televisión nos muestra como si fuéramos Venezuela y el otro como si fuéramos Suiza, y no somos ni una cosa ni la otra. Yo considero que el litio va a dar muchísimo trabajo y conozco de cerca lugares de Catamarca y La Rioja que sufrieron esta situación de la minería hace 20 años y han crecido muchísimo pero sin agua, entonces hay que ver qué vale más.