El tribunal que juzga al detenido ex secretario de Obras Públicas del kirchnerismo José López por supuesto enriquecimiento ilícito, a raíz de los casi nueve millones de dólares que intentó esconder en un monasterio en junio de 2016, dará hoy su veredicto.
López tendrá, desde las 9.30, la oportunidad de hablar por última vez ante los jueces del Tribunal Oral Federal 1, Ricardo Basílico, Adrián Grünberg y José Antonio Michilini. Los magistrados ya escucharon en la última audiencia a otros acusados, la ex esposa del detenido María Amalia Díaz, la religiosa Inés Aparicio y los empresarios Andrés Galera y Eduardo Gutiérrez.
En el llamado Salón de Usos Múltiples de los tribunales federales del barrio porteño de Retiro, se escucharán también las últimas palabras de otros dos empresarios, Carlos Gianni y Marcos Marconi. Posteriormente, en horario a determinar, se dará a conocer el veredicto.
«Gracias a Dios por las fuerzas que me ha dado para estar acá en esta situación», se limitó a decir ayer Díaz, la ex esposa de López, ante los jueces mientras que, por videoconferencia, la religiosa Aparicio se declaró «inocente».
«Confío en que Dios hará justicia para todos», concluyó la religiosa, quien quedó procesada por supuesto encubrimiento a López a raíz de haberle abierto la madrugada de los hechos la puerta del monasterio de General Rodríguez, y haberlo ayudado a entrar los bolsos que ella sostuvo, creyó que eran de comida.
A su turno, el empresario Eduardo Gutiérrez se quebró en llanto cuando dijo ante los jueces sentirse «maltratado con mentiras», aludió a la «impotencia» y a las «distorsiones de la realidad» que escuchó en el alegato final del fiscal de juicio Miguel Ángel Osorio.
«Desde el primer día hasta hoy siempre lo que dije fue verdad», sostuvo en dueño de la constructora «Farallón», procesado como supuesto testaferro de López porque, según la acusación, figura como dueño de la casa de Dique Luján, en Tigre, que decía alquilar el ex funcionario y que sostiene que en realidad le pertenece.
Gutiérrez afirmó siempre que la casa es de su propiedad y que se la alquilaba a López. «No tengo nada que ver con lo ocurrido», sostuvo en sus últimas palabras interrumpidas varias veces por sollozos.