Matías Furió, presidente de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete, analizó el presente duro que atraviesa el sector
La Cámara Argentina de la Industria del Juguete encendió las alarmas al advertir que el sector atraviesa uno de los momentos más críticos de los últimos veinte años. La caída del consumo, la apertura de importaciones y un mercado cada vez más saturado dejaron a las jugueterías —especialmente a las más pequeñas— en una situación límite.
Matías Furió, presidente de la entidad, analizó el panorama en diálogo con Cadena 3 Rosario y fue contundente: “El problema es el consumo, no se vende. La gente no compra porque no tiene plata en el bolsillo”. Según detalló, el número de importadores creció de 199 a 530 en pocos meses, lo que generó una competencia feroz y desleal para la producción nacional.
Costos que asfixian y pymes en riesgo
Furió alertó que los comercios más chicos son los principales perjudicados. “¿Cómo hacen para llegar a fin de mes y pagar todas las cuentas si no tienen ventas?”, planteó, al señalar que alquileres, tarifas e impuestos son hoy insostenibles sin movimiento comercial.
La crisis ya provocó la pérdida de unos 1.500 puestos de trabajo en jugueterías y empresas del sector.
Industria local vs. importados
A pesar del avance de los productos asiáticos, Furió remarcó que la industria argentina puede competir: “Tenemos mejores precios que los importados”, sostuvo, al mencionar ejemplos como el juego de cartas Uno y una variedad de juegos de mesa y didácticos fabricados en el país.
Según el dirigente, la competencia tiene un origen dominante: “En el 95% es China”.
En paralelo, precisó que la venta por plataformas como eBay y Mercado Libre creció, pero sigue siendo minoritaria: representa entre el 20% y el 25% del mercado.
Menos nacimientos, menos juguetes
El titular de la cámara también vinculó la caída en la demanda a un dato estructural: la natalidad bajó 42% desde 2015, lo que reduce el universo de consumidores.
Además, enfatizó en la importancia del juego tradicional en la infancia y contó que la institución impulsa una campaña para limitar la exposición temprana a pantallas: “Los chicos tienen que jugar, no estar con una tablet o un celular a los 3 o 4 años”.
Un sector que resiste
Furió subrayó que, pese al contexto, las fábricas locales incorporaron tecnología y maquinaria de última generación, lo que permite ofrecer productos seguros y competitivos.
Sin embargo, pidió que se atienda la urgencia del sector: “Si no se reactiva el consumo, no se sostiene la cadena”.
