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Juan Junco: «No podría dejar el periodismo para dedicarme al teatro»


Por Mario Luzuriaga

Es uno de los periodistas más carismáticos y seguido por el público rosarino. Utiliza toda su impronta a la hora de dar noticias, pero toma a su trabajo con seriedad y profesionalismo. Se trata de Juan Junco, quien además de estar informando tiene tiempo para jugar y dedicarse a la actuación.

Junco llegó a los escenarios de la mano de Manuel Cansino en sus revistas, como así también en comedia junto a la dupla Gachy Roldán y el Negro Moyano. Y para no ser menos, tiene tiempo para realizar monólogos y hace un corto tiempo se dedicó al teatro para chicos durante las vacaciones de invierno.

En una semana estrena «Peter Pan», la nueva obra protagonizada por los integrantes de la Academia del Broadway y él interpreta a «Smee», el fiel ladero del legendario Capitán Garfio.

Durante un receso en los ensayos, Juan habló con CLG  sobre su nueva participación en teatro y su carrera.

—Juan te agarramos en medio del ensayo de «Peter Pan», la obra del Broadway para las vacaciones de inverno.

—Va a estar divertido, muy bueno y nuevamente un infantil, yo había hecho «Aladino» anteriormente.

—¿Cuál era tu papel en ese momento?

—Era el sultán, el papá de Jazmín, rey de Agrabah. El genio baila mucho, yo con todo cariño, pero tampoco nos volvamos locos (risas).

—¿Te hubiese gustado interpretar al genio?

—Me hubiera divertido hoy, en ese momento era el debut mío en el infantil y con mucha letra. Yo estaba acostumbrado a la revista y yo me podía mover, acá tenía mucho miedo pero no de olvidarme la letra, sino no darle bien el pie a mis compañeros. Ahora si me hubiese gustado hacer el genio.

—¿Y por qué no pudiste ser Garfio ahora?

—Garfio más o menos porque es más serio y a mí no sé si me sale eso. Yo acá interpreto a «Smee», es un villano que no es villano. Es un pobre tipo sometido por Garfio y cuando el capitán no está, el asume ese rol. Un tipo que no es nadie.

—¿Cómo te sentís trabajar con los chicos y el resto del elenco?

—La verdad es que no tengo relación con nadie, tengo un camarín exclusivo y con Martín que es Garfio, hablo por contrato. Pedí que me lo cambien pero no hubo forma (risas). No, la verdad es que me divierto mucho, si no lo hago se nota por mi cara, me pongo serio o no me gusta venir. El otro día me decía Pato, el director, que si estaba cansado y le decía que sí, pero que no me resulta agotador venir a ensayar. Con los chicos la paso muy bien.

—La gente te ve en el canal y se divierte, ¿cómo los notás cuando los tenés cara a cara en una función?

—Este año no sé porque soy otro personaje, pero en el año de «Aladino» me pasó algo muy gracioso. En la función del estreno, me lookearon del sultán, me pusieron la peluca, el bigote, el traje, el turbante, yo ensayé una voz y parecía el Padre Ignacio; salgo y en el silencio una nenita dice «el de canal 3» y quería que se la lleven (risas). Pero la reacción de la gente es genial. Yo entro a la comedia porque soy el gancho para el adulto, porque me permiten irme y jugar con la tele.

—Es bueno poder interactuar con el público de esa manera.

—Claro porque sino no tendría gracia, porque pasaría a ser un actor más del elenco y la idea no es esa.

—¿Pensaste en algún momento dejar todo el periodismo y dedicarte a las tablas?

—No, nunca. Porque si yo tuviese que ser Garfio sería un lío por la letra. Yo no tengo memoria, se improvisar y todo lo que quieras, juego y tengo contacto con la gente. Si yo me tengo que atar a la cuarta pared es difícil, a mí me costó mucho hacer el sketch en la revista, porque todo sucedía en un departamento.

— Gachy Roldán fue tu compañera en varios espectáculos y asegura que podrías estar en el escenario porque sos un buen comediante.

—Gachy siempre me dice que yo me recibí de actor cuando hicimos la comedia «Terapia de familia». Yo soy tímido e inseguro y siempre digo que no me acuerdo la letra. Pero sí comparto con Gachy que puedo serlo, si estoy bien dirigido. Tendría que animarme a hacer una comedia de esas que se abren y cierran puertas, esas de verano.

—Pero también tuviste tu momento en «Siddharta».

—La idea colgarme en el arnés fue de Pato Herrera, mientras salíamos en vivo haciendo una nota a Flavio Mendoza en el teatro.  Me preguntaron si quería volar junto a Flavio y me animé porque sabía dónde me metía, iba a estar cuidado, fue una experiencia terrible. Flavio me hizo girar y yo bajé, en la tele no se ve, pero apoyé los piés y sentía que todavía estaba girando desde adentro. Tuve que poner cara de feliz cumpleaños y que no se note que el boludo vomitaba en cualquier momento (risas).

—Se nota mucho cómo te divertís en todo esto.

—Sí, porque me gusta estar en la marquesina de todo el show que es esto. Cuando me llamaron les dije que sí, pero que en la foto de la marquesina se me destaque, que no me ponga donde se abra una puerta, todas pavadas de divo de cabotaje, que las hago para divertirme. Me río de todas estas exigencias pavas que les pido a los chicos. Yo hubiese sido feliz ser parte de la farándula de los años ochenta en Mar del Plata. Salir a cenar, las funciones y estar de caravana. Antes de ayer hablaba con el jefe de seguridad del teatro y le decía que me reserven el estacionamiento en la puerta y que haya patrulleros y para cuando salga haya un corralito (risas).

—No sos de esos tipos que por estar en una buena posición, se sube a las nubes.

—Somos pocos y nos conocemos mucho, esto es la vida misma. Esto se da vuelta y hoy soy la figurita y mañana se levanta el dueño del canal y me echa y vuelvo otra vez redactando gacetillas en la Rural, que no está mal, pero es cómo arranqué. Creetela si sos dueño del medio, pero todos somos los mismos, algunos se han subido a un caballo, pero a fin de cuentas todos vamos al baño.

—¿Qué es lo que te gustaría hacer en un futuro?

—Me gustaría hacer cine, pero sí hacer un programa de media hora a la medianoche, que ya se hizo, arrancando con un monólogo, una banda en vivo y un invitado. Pero como soy gordo vago no lo hago, porque hay que armar producción y todo un lío.