Las violentas lluvias caídas en el oeste de Japón durante los últimos días dejaron al menos 75 muertos, según un balance oficial de este lunes, mientras continúan las operaciones de rescate.
El balance podría aumentar aún más, ya que hay decenas de personas desaparecidas tras varios días de lluvias torrenciales que provocaron riadas y corrimientos de tierra y devastaron varias zonas del país.
Algunos medios japoneses hablaban ya de 88 muertos y 58 desaparecidos.
El domingo se había retirado el estado de alerta máxima, pero se mantenían avisos de niveles inferiores.
Al regresar a sus hogares siniestrados al amainar la lluvia, los habitantes empezaron a darse cuenta de la amplitud del desastre. Hay barrios enteros inundados, vehículos en medio de cráteres formados en unas carreteras completamente destruidas, enormes riadas de barro y puentes arrasados, entre otras escenas de devastación.
«Las operaciones de rescate se mantienen las 24 horas del día», dijo el domingo a la AFP Yoshihide Fujitani, un responsable de gestión de catástrofes de la prefectura de Hiroshima.
«También nos estamos encargando de las personas evacuadas e intentamos recuperar las infraestructuras vitales como la red de agua y gas», declaró Fujitani a la AFP. «Hacemos todo lo que podemos».
«Es una situación anormal frente a un peligro inminente, no se acerquen a las zonas de riesgo, permanezcan atentos», insistió un responsable de la agencia meteorológica, Yasushi Kajiwara, en declaraciones a la prensa.
Esta es una de las peores catástrofes de este tipo de los últimos años en Japón, con un número de víctimas que ya supera al de los corrimientos de tierra de 2014 en Hiroshima, con 74 fallecidos.
Hay que remontar a los tifones de agosto y septiembre de 2011 para encontrar un balance comparable.