Mundo

Italia: El tortuoso proceso para conformar el nuevo Poder Ejecutivo


Luego de que ninguna fuerza política italiana lograra en las urnas la mayoría necesaria para formar gobierno, hoy mismo se abrió un trabajoso proceso para la conformación de un nuevo Ejecutivo que puede estirarse al menos hasta fin de mes.

Con la coalición de cuatro fuerzas de centroderecha como la alianza más votada con el 37% de los votos y con el Movimiento Cinco Estrellas emergiendo como el partido con más adhesiones pero lejos de una mayoría propia, el próximo gobierno italiano deberá salir sí o sí de un acuerdo entre fuerzas pos votación.

En ese marco, los 630 diputados y 315 senadores elegidos ayer para dar forma a la XVIII Legislatura de la república asumirán sus bancas recién el viernes 23 de marzo, según el decreto del presidente Sergio Mattarella al convocar los comicios a fines del año pasado.

En este nuevo mapa parlamentario, la coalición de centroderecha tiene la primera minoría en las dos cámaras, aunque lejos de los umbrales de 316 diputados y 157 senadores necesarios para formar gobierno, seguida de cerca por el M5E y con el centroizquierda relegado a ser el tercer polo político.

Por lo menos hasta la asunción de los nuevos legisladores, seguiría en su cargo «en funciones y con plenos poderes» el actual primer ministro, el centroizquierdista Paolo Gentiloni, tal como lo viene haciendo desde que Mattarella disolvió las cámaras en diciembre.

Una vez asumidos, los parlamentarios elegirán al presidente de cada una de las cámaras, y recién el 25 se formarán los «grupos parlamentarios» que conformarán el mapa político del país para los próximos cinco años.

La elección de los presidentes de las cámaras será el primer «termómetro» de los nuevos alineamientos legislativos.
Recién entonces, Mattarella irá llamando «en consulta» a los representantes de cada uno de los grupos formados, que no necesariamente respetarán las alianzas con las que compitieron ayer, para escuchar sus opiniones sobre el futuro Ejecutivo.

Si en esas rondas Mattarella constata que algún partido o coalición podría contar con la mayoría parlamentaria necesaria, el mandatario podría encargar la formación de gobierno a esa fuerza política, que puede ser la alianza más votada (la de derecha), el partido más votado (el M5E) o un tercer actor que emerja en estos 20 días.

En ese caso, el más rápido, la fuerza deberá someterse al voto de confianza («fiducia»), del que deberá salir airoso con mayoría simple en Diputados y en el Senado, antes de considerarse en funciones.

El presidente puede elegir entonces entre un «pre-encargo» que solamente explore las posibilidades de conseguir los votos o un «encargo pleno» que también pida al designado una lista de posibles ministros, que de todos modos se presentan en reserva y pueden tener eventuales vetos presidenciales.

Si en cambio en las rondas de consulta Mattarella encontrara dificultad para visibilizar una mayoría clara dispuesta a apoyar un nuevo gobierno, podría nominar un «explorador» que facilite la articulación de un consenso en torno a una fuerza o alianza.

Incluso puede ser el mismo mandatario quien asuma ese rol para dar forma a un «gobierno del presidente», como hizo en 2013 Giorgio Napolitano con la designación de Enrico Letta como premier.

En caso de que todas esas posibilidades naufraguen, y que tampoco haya respaldo de las fuerzas para un gobierno «de gran coalición» transversal, Mattarella podría disolver nuevamente las cámaras y convocar a nuevas elecciones, en un panorama similar al de España en 2016.

Una última hipótesis similar a esa sería la disolución de las cámaras pero con la posterior convocatoria a un gobierno «de objetivo», que no sería otro que la redacción y sanción de una nueva ley electoral para volver a las urnas y recomenzar el largo ciclo de la formación de un Ejecutivo.