El país sigue registrando nuevos récords de contagios diarios de coronavirus, lo que llevó al gobierno a cerrar múltiples barrios
El gobierno israelí decidió este viernes cerrar múltiples barrios en ciudades del país en un intento por frenar el rebrote del coronavirus, que de ayer a hoy rompió un nuevo récord, con cerca de 1.500 contagios, lo que llevó al primer ministro, Benjamín Netanyahu a admitir que, confiado en los pocos casos de la primera oleada de la pandemia, abrió «demasiado rápido» la economía.
El comité ministerial israelí decretó esta madrugada cierres en cinco ciudades del país (Beit Shemesh, Jerusalén, Lod, Ramle y Kiriat Malachi), donde varios barrios tendrán su acceso restringido durante siete días, comenzando esta tarde y hasta el viernes próximo por la mañana.
Las limitaciones no serán únicamente para la entrada o salida de personas sino que también restringirán el movimiento dentro de estos barrios, según consignó la agencia de noticias EFE.
Estas medidas se suman al cierre, el último martes, del asentamiento de Beitar Ilit, cuyos cerca de 50.000 habitantes, en su mayoría ultraortodoxos, tienen uno de los índices de contagio más altos del país.
Netanyahu, blanco de las críticas tanto por la mala gestión al salir del confinamiento y abrir la economía como por la crisis económica que generó la pandemia, admitió publicamente haber abandonado demasiado pronto las medidas de restricción y anunció anoche medidas de alivio para los trabajadores autónomos y para los ciudadanos más afectados.
La gestión del coronavirus, dijo, requiere a diario tomar decisiones importantes, que exigen «encontrar el equilibrio entre garantizar la vida y la salud, y abrir la economía y devolverle estabilidad».
«Simplificando: se toman decisiones en base a prueba-y-error. Pruebas algo, te equivocas, y lo arreglas. Así es cómo todos los gobiernos y líderes con los que hablo operan», explicó Netanyahu.
«En la primera oleada del coronavirus tuvimos un éxito increíble. Cerramos los cielos y las fronteras muy pronto. Pusimos a la gente en cuarentena. Usamos herramientas digitales e impusimos cierres. Como resultado, bajamos los datos de morbilidad a un puñado de casos al día», indicó.
Esas medidas, llevaron a un número de muertes muy bajo: 350 en vez de los miles que han alcanzado otros países con similares poblaciones (9 millones).
El premier admitió que las restricciones «supusieron un precio muy alto para la economía», por lo que, buscando la recuperación, empezaron a abrir la actividad: «Primero volvimos al trabajo, luego reabrimos las tiendas, los centros comerciales, las escuelas y los restaurantes. Por último, lugares de celebración, clubes, bares y otros lugares con concentraciones y contacto cercano».
«En retrospectiva, como parte del prueba-y-error, es posible decir que esta última etapa se hizo demasiado pronto», admitió, no sin recordar que muchos sectores habían presionado para reabrir la actividad económica.
El lunes último, el gobierno israelí ordenó de nuevo el cierre de bares, piscinas, gimnasios y centros de eventos, impuso cupos en el transporte público y durante el resto de la semana ordenó el cierre de barrios en varias zonas del país, incluido el oeste de Jerusalén, para evitar los contagios.
En los últimos días, los contagios rondan o superan el millar, mientras que, en el peor pico de la primera oleada, en marzo y abril, no se superaron los 740 contagios al día, que se redujeron a pocas decenas de positivos diarios durante todo mayo.
Netanyahu criticó la celebración de lo que denominó «bodas pirata» en villas y casas privadas y afirmó: «Hemos prohibido las bodas para no tener funerales».
En este sentido, el premier volvió a pedir a los ciudadanos que cumplan con las indicaciones y avisó que, aunque se cumplan, en el futuro inmediato la curva de afectados subirá, por las infecciones que ya se han producido.
«Estamos haciendo todo para evitar un cierre total», dijo, pero recordó que cumplir con las indicaciones «es una condición necesaria para el éxito».