A no ser que haya un cambio de último minuto, conseguirá el visto bueno de los diputados, que de esta forma expulsarán del poder a Netanyahu, a la cabeza del Gobierno desde hace 12 años de forma ininterrumpida
Israel abre hoy una nueva página con un voto en el Parlamento para ratificar una «coalición de cambio» formada por rivales ideológicos unidos para echar del poder a Benjamin Netanyahu, el primer ministro más longevo de su historia.
Los diputados se reúnen en sesión especial para que el centrista y líder opositor Yair Lapid y el político de derecha nacionalista Naftali Bennett presenten su equipo, que se someterá a continuación a votación, entre las 18.30 y las 20 (entre las 12.30 y las 14 en Argentina).
Esta coalición heterogénea formada por dos partidos de izquierda, dos de centro, tres de derecha y una formación árabe ha logrado la mayoría necesaria de 61 diputados de los 120 del Parlamento.
A no ser que haya un cambio de último minuto, conseguirá el visto bueno de los diputados, que de esta forma expulsarán del poder a Netanyahu, a la cabeza del Gobierno desde hace 12 años de forma ininterrumpida.
«La mañana del cambio», tuiteó hoy Lapid, cuya coalición debería asumir las riendas del poder formalmente el lunes.
Netanyahu, de 71 años y del partido Likud, está siendo juzgado desde hace un año por presunta corrupción. Las protestas para pedir su dimisión se venían sucediendo, la última de ellas el sábado por la noche.
Frente a su residencia oficial en Jerusalén, los manifestantes no esperaron al voto en el Parlamento para celebrar la «caída» del «rey Bibi», el apodo de Netanyahu, que fue jefe de Gobierno de 1996 a 1999 y sin interrupción desde 2009.
«Lo único que quería Netanyahu era dividirnos, una parte de la sociedad contra la otra, pero mañana estaremos unidos, derecha, izquierda, judíos, árabes», declaró Ofir Robinsky, un manifestante, informó la agencia de noticias AFP.
La nueva coalición estará dirigida por ennett, jefe del partido de derecha Yamina, durante los dos primeros años, y después por Lapid durante un período equivalente.
En los últimos días se ha llevado a cabo una intensa campaña para disuadir a los diputados de Yamina de votar por el nuevo Gobierno.
En cualquier caso, el Likud se comprometió con un «traspaso de poder pacífico» después de más de dos años de crisis política con cuatro elecciones, cuyo resultado no permitió formar Gobierno o bien desembocó en uno de unión nacional que duró unos pocos meses.
Después de las últimas elecciones, celebradas en marzo pasado, la oposición se unió contra Netanyahu y sorprendió al conseguir el apoyo del partido árabe israelí Raam del islamista moderado Mansur Abbas.
«El Gobierno trabajará para toda la población, religiosos, laicos, ultraortodoxos, árabes, sin excepción», prometió Bennett, otrora cercano al mandatario saliente.
«La población merece un gobierno responsable, eficaz, que anteponga el bien del país en sus prioridades», agregó Lapid, quien está previsto que se convierta en ministro de Relaciones Exteriores.
La coalición se ha comprometido a llevar a cabo una investigación sobre la estampida del monte Merón, que dejó 45 muertos en abril pasado, a reducir la «delincuencia» en las ciudades árabes y a defender los derechos de las personas LGTB.
Pero también se propone reforzar la presencia israelí en la zona C de Cisjordania, es decir, aquella sobre la que Israel tiene pleno control militar y civil y que representa alrededor del 60% de este territorio palestino ocupado desde 1967.
No le faltarán retos al nuevo Gobierno, como una marcha prevista el martes de la extrema derecha israelí en Jerusalén este, un sector palestino ocupado por Israel, que podría volver a desatar tensiones con los palestinos.
El movimiento islamista Hamas, en el poder en Gaza, un enclave palestino bajo bloqueo israelí, amenazó con tomar represalias si esta marcha tiene lugar cerca de la Explanada de las Mezquitas, en un contexto de gran tensión por la colonización israelí en Jerusalén.
El 10 de mayo, Hamas lanzó una salva de cohetes contra Israel en «solidaridad» con los palestinos heridos en enfrentamientos con la policía israelí en Jerusalén, lo cual desembocó en 11 días de hostilidades con el Ejército israelí.
La crisis terminó gracias a un alto el fuego fomentado por Egipto, pero las negociaciones para alcanzar una tregua sostenible fracasaron. Resolverlo será otro de los retos del Ejecutivo.