El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió hoy a romper con las costumbres políticas en Washington y decidió celebrar el Día de la Independencia desplegando el músculo militar del país y con un discurso lleno de patriotismo en el que aseguró que preside «la nación más excepcional de la historia de la humanidad».
Para consolidar esta afirmación, Trump prometió que Estados Unidos plantará «pronto» su bandera en la Luna, como hace 50 años, y en Marte.
«Vamos a ir otra vez a la Luna pronto, y plantaremos la bandera de Estados Unidos en Marte pronto», porque para los estadounidenses «no hay nada imposible», una frase que levantó el aplauso de los asistentes a la explanada del National Mall en la capital del país.
«Nos reunimos esta noche alrededor de la alegría de la libertad. Recordamos a todos los que comparten esta extraordinaria herencia. Juntos somos parte de una de las mayores historias jamás contadas de la Historia de Estados Unidos», aseguró, desatando la ovación del público que lo escuchaba debajo de las escalinatas del Monumento a Lincoln y al costado de la famosa piscina reflectante.
«Este mismo espíritu estadounidense que empoderó a nuestros fundadores nos ha impulsado a lo largo de nuestra historia. Hoy, este espíritu corre por las venas de cada patriota estadounidense. ¡Vive en cada uno de ustedes!», agregó el mandatario en un «Saludo a Estados Unidos» sin precedentes, que incluyó un discurso televisado, un desfile militar y fuegos artificiales.
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Desde el escenario, decorado por decenas de escarapelas grandes con los colores de la bandera estadounidense, la primera plana del gobierno y las personas más cercanas al presidente siguieron de cerca su discurso y el imponente despliegue militar.
En medio de la creciente tensión provocada por el inicio de la campaña de las elecciones primarias presidenciales de los dos partidos más importantes, el oficialismo republicano de Trump y la oposición demócrata que intenta recuperar el poder, muchos dirigentes y analistas vieron en el masivo acto de hoy un mensaje electoral.
Mientras al final de la tarde toda la atención recayó en el escenario principal y la zona del Monumento de Lincoln, unas horas antes todo el centro de Washington se revolucionó con preparativos y algunas protestas aisladas.
Por ejemplo, un pequeño grupo de manifestantes prendieron fuego una bandera frente a la Casa Blanca, mientras otro conjunto de opositores, recorrieron las calles con el ya famoso globo gigante de «Bebé Trump», según mostró la cadena de noticias CNN.
La movilización, para uno u otro evento, se realizó bajo un enorme despliegue de seguridad que no solo incluyó a la policía local, sino también a 900 miembros de la Guardia Nacional que se instalaron en las calles, las entradas del subte y en puntos estratégicos alrededor del Monumento de Lincoln.
Hacía siete décadas que un presidente no daba un discurso a las decenas de miles de personas que suelen desbordar el National Mall, la zona de jardines de Washington rodeada de museos, monumentos y memoriales, para conmemorar el 4 de julio.
Estados Unidos peleaba la Guerra de Corea cuando el entonces presidente Harry Truman se dirigió a una gran multitud congregada en el Monumento a Washington para celebrar los 175 años de la firma de la Declaración de la Independencia.
Hoy no se cumple una fecha «redonda» desde aquel 4 de julio de 1776, pero Trump venía buscado un momento para exhibir el poderío militar de su país desde que se vio cautivado por una procesión de dos horas de tanques y jets franceses en París por el Día de la Bastilla, en 2017.
El acto, según Trump, buscó homenajear y reconocer a las Fuerzas Armadas, por lo que comandantes en jefe de las distintas armas y oficiales de primer y segundo nivel estuvieron en la primera fila, escuchando su discurso.
Solo pudieron acceder a ese sector VIP del público personas que recibieron una entrada especial, entre ellos donantes del Partido Republicano, funcionarios e integrantes del equipo de campaña.
Por orden de la Casa Blanca y en una decisión poco usual, el Pentágono aportó un bombardero B-2 de la Fuerza Aérea y otros cazabombarderos, que fueron los responsables de abrir el desfile militar y el acto al volar por encima del Mall.
La Marina, por su parte, movilió jets F-35 y F-18, su equipo de acrobacias aéreas, y también helicópteros del Ejército y la Guardia Costera, así como un puñado de tanques y blindados.
También rugió sobre Washington el Air Force Once, el Boeing 747 modificado que se usa como avión presidencial.