La justicia uruguaya investiga si un hombre que se suicidó en enero de 2015 fue quien mató a Lola Chomnalez, la adolescente argentina asesinada en diciembre de 2014 en Barra de Valizas, caso por el que ya hay un sospechoso preso como «coautor» del homicidio, informaron fuentes con acceso al expediente.
Esta pista se basa en tres testimonios que constan en la causa y que apuntaron a un tal Daniel, alias «El Tereso», como el posible autor material del crimen.
Juan Willman, uno de los abogados de la familia Chomnalez, explicó a Télam que ésta es una de las líneas investigativas reunidas en el informe que a principios de mayo último presentaron al fiscal de Rocha a cargo del expediente, Jorge Vaz.
En dicho informe, elaborado por peritos argentinos luego de analizar alrededor de 5.000 fojas que hasta entonces tenía la causa, también incluía la pista sobre «El Cachila», quien a fines de ese mes fue detenido y procesado como «coautor» del delito de «homicidio agravado por alevosía» por orden de la jueza subrrogante de Rocha Rossana Ortega.
En esa oportunidad, la propia magistrada aclaró que «el autor es el que ejecuta la acción de matar» y que en el caso del procesado «no hay prueba de que esta persona dio muerte con sus propias manos a Lola, lo que sí tenemos es la convicción primaria de que coparticipó en el ilícito».
Respecto a la pista de «El Tereso», el abogado Willman dijo «no descartamos nada» aunque remarcó que la posición de su parte es apuntar «hacia el entorno de la persona procesada» para tratar de identificar al autor material del crimen ya que el detenido «no actuó solo».
Tampoco desechó la posibilidad de que exhumaron el cuerpo de «El Tereso» para hacer un cotejo de su ADN con el material genético hallado en la mochila de Lola aunque aclaró que no es una prioridad en esta etapa del proceso sino que seguirán avanzando en la pista de «El Cachila».
Según el informe presentado en su momento al fiscal Vaz, una fuente anónima aportó el dato de «El Tereso» y luego éste fue corroborado por dos testigos más, una hermana del hombre y la empleadora de la joven.
Esta última dijo que la hermana del sospechoso -oriundo del departamento uruguayo de Maldonado- le había contado que él mató a Lola y luego se suicidó, mientras que la chica declaró que su hermano era «muy agresivo», especialmente hacia las mujeres, y una adicto a las drogas y el alcohol.
A su vez, la empleadora relató que el día del velatorio del sospechoso, en enero de 2015, escuchó un comentario que decía que se llevaba «el secreto a la tumba de lo que le hizo a Lola».
Lola (14) viajó a Barra de Valizas el sábado 27 de diciembre de 2014 y se alojó en la casa de su madrina, Claudia Fernández, quien se encontraba junto a su esposo, Hernán Tuzinkevcih, y el hijo de éste.
Al día siguiente, la adolescente desapareció cuando salió a caminar por la playa y dos días después fue encontrada asesinada a unos cuatro kilómetros de la casa, en una zona de médanos.
Mediante la autopsia se determinó que Lola murió por asfixia por sofocación y que presentaba varios cortes hechos con un arma blanca en distintas partes del cuerpo.
De acuerdo al fallo de la jueza Ortega, la adolescente trató de escapar corriendo de sus asesinos, fue alcanzada, herida con un arma blanca y golpeada en la cabeza para finalmente morir asfixiada cuando, ante sus probables pedidos de auxilio, le apretaron la cara contra la arena.
Por su parte, «El Cachila» fue detenido al comienzo de la investigación pero luego liberado ya que dio negativo el cotejo de su ADN con el material genético hallado en la mochila de ella víctima.
Sin embargo, en su declaración ante la justicia, el ahora procesado admitió que se cruzó con la víctima en la playa el 28 de diciembre del 2014 y le ofreció «una estampita», pero que luego ella se sintió «mareada» y que al auxiliarla descubrió que «no tenía pulso», se asustó y se fue.
Para el fiscal Vaz, «El Cachila» estuvo presente «antes, durante y después» del homicidio, cuyo móvil fue probablemente «sexual».
Y entre las pruebas valoradas para su procesamiento estuvieron los resultados de peritajes psicológicos, psiquiátricos y semiológicos que revelaron que el acusado tiene una personalidad con tendencia «a la mitomanía», a «irritarse fácilmente y perder el control de sus impulsos», y un patrón de «desprecio y violación de los derechos de los demás».