El ventilador de Transición para Emergencias Covid-19, llamado "Un Respiro", fue diseñado con piezas nacionales, fáciles de conseguir
Un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de Rosario junto a la empresa local Inventu diseñaron un respirador a bajo costo para ampliar la capacidad de los sistemas sanitarios. Pero la particularidad es que la licencia está liberada de forma gratuita para ser fabricado en cualquier parte del mundo.
El proyecto, llamado ‘Un respiro’, se basa en un Ventilador de Transición para Emergencias Covid-19, diseñado con piezas nacionales, fáciles de conseguir. Este instrumento médico fue pensado para asistir al paciente en la fase aguda de la enfermedad, acompañándolo en la mitad del tratamiento.
De momento, el respirador fue probado en simuladores pulmonares con éxito, y se aguarda la autorización de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), que podría llegar en las próximas horas. Mientras tanto, el Ejecutivo ya dio el visto bueno para que las provincias aprueben esta clase de invenciones, abasteciéndose de insumos críticos ante el avance de la pandemia.
En efecto, la provincia norteña de Corrientes se hizo eco de la innovación rosarina y ya puso a disposición las primeras diez unidades para un hospital de campaña: «En 30 días vamos a producir 100 respiradores», adelantó el gobernador, Gustavo Valdés, sobre el desarrollo que tendrá la participación de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE). Además, en el anuncio se aclaró que el artefacto cuesta cinco veces menos que el valor del mercado.
«En países donde colapsó el sistema sanitario, lo más complicado era conseguir respiradores»
Simón Carpman, el ingeniero socio de Inventu que lideró la iniciativa, explica que esta herramienta sanitaria «es para usarla con pacientes intubados y puede estar conectada a una persona por cinco días o más». Además, aclara que no se trata de un respirador de emergencia. Sobre las características, indica que a pesar de llevar pocas piezas y ser más económico, su uso «es igual que uno convencional normalizado».
Para trabajar la idea, el grupo consultó a los trabajadores de la salud, comprendiendo las necesidades del sector: «Encuestamos y tuvimos ‘feedback’ de todos los profesionales terapistas y especialistas respiratorios de las principales ciudades del país», repasa. Así, se hizo hincapié en «que la pantalla táctil sea lo más sencilla posible para que un operador con una instrucción básica la pueda utilizar». De hecho, su facilidad de uso es uno de los principales distintivos.
Por otro lado, Carpman destaca que ‘Un respiro’ «utiliza elementos industriales de grado sanitario», a diferencia de los materiales implementados en los respiradores comerciales, «que hoy son muy difíciles de conseguir».
Así, la idea surgió al notar que se trata de «un dispositivo tecnológico faltante». Es que, «en los países donde colapsó el sistema sanitario, lo más complicado era conseguir respiradores», añade. En medio de la emergencia global más importante del último tiempo, tapar esas carencias para atender a la población se convirtió en un objetivo grupal.
Entonces, el proyecto ‘open source’ —modelo de código abierto basado en la colaboración— podría utilizarse para crear respiradores en distintas partes del mundo: «Las licencias para su fabricación en otros países deberán ser autorizadas por el Gobierno de cada lugar, por ende, quien desee producir el respirador, podrá hacerlo«, señala. De esta forma, «quienes están en condiciones de adquirirlo son Estados nacionales y provinciales, tanto como ONG o instituciones privadas que quieran comprar dispositivos para donaciones o uso propio».
Pero, aunque las cuentas no sean lo más relevante en este contexto, ¿cómo se financia el proyecto? ¿Se recupera el dinero o se hace por puro altruismo? Carpman responde: «El financiamiento comenzó con una inversión de la Universidad Nacional de Rosario. Puso plata para el desarrollo en sí, que entre otras cosas conlleva ingeniería y diseño, además del trabajo de estudiantes y profesionales universitarios».
Sobre el aporte de la casa de estudios estatal, agrega: «Facilitó contacto con otras instituciones, que permitió mejorar gran parte del proceso. Seguramente, solos no hubiéramos podido hacer nada«.
Para terminar la entrevista, contesta que «el dinero se podría recuperar, pero una gran parte fueron donaciones». Y finaliza: «Si surge algún modelo de negocios, podemos ser asesores técnicos de gente que lo monte, o fabricar alguna parte del equipo y proveerla».
Igualmente, la meta de ayudar al sistema sanitario, se está cumpliendo.
Fuente: RT Internacional