El diseño de un mamógrafo capaz de detectar quistes y tumores de mama a través de luz infrarroja y sin utilizar los rayos X es el eje de una investigación de un equipo de científicos de la Universidad Nacional del Centro (Unicen) y del Conicet, que la semana próxima presentarán su proyecto en el Silicon Valley estadounidense.
Hasta ahora, la idea fue probada a nivel laboratorio y sobre medios artificiales, y será presentada ante empresarios y expertos del Silicon Valley con el objetivo de convertirla en un dispositivo que permita decidir si la misma es adecuada para ser utilizada en estudios clínicos.
El equipo de físicos y matemáticos trabaja en temas relacionados a la propagación de la luz en medios biológicos desde hace unos 15 años, para desarrollar técnicas y algoritmos que complementen a los sistemas convencionales de imágenes médicas.
Lo hacen utilizando luz infrarroja, totalmente inocua para los seres vivos, en lugar de radiaciones ionizantes como son los rayos X.
La propuesta, presentada como “Un Prototipo del Mamógrafo Óptico”, recibió uno de los premios del Concurso de Ideas de Negocio “Prendete” que organizan la Unicen, el Municipio de Tandil, el INTI y el Ministerio de Ciencia y Tecnología de Buenos Aires, entre otras instituciones.
El reconocimiento no sólo representa una suma de dinero para continuar el desarrollo del proyecto sino también un viaje a Silicon Valley, el principal centro de innovación tecnológica, «donde conviven empresas, academia, inversores y tienen sede las compañías de software más importante del mundo”, según confió a Télam José Marone, secretario de Extensión de la Facultad de Ciencias Exactas de la Unicen.
«El objetivo del viaje es generar nuevos vínculos y promocionar nuestras capacidades, mostrar que es lo que hacemos y ver qué genera interés, para orientar de mejor manera a aquellos que estudian en nuestra Facultad y quieren integrarse a los grandes centros de innovación», graficó Marone.
Nicolás Carbone, uno de los integrantes del equipo del mamógrafo, precisó a Télam que la idea surgió a partir de la necesidad de contar con un sistema de formación de imágenes para diagnóstico mamográfico que complemente a las ya existentes.
Estadísticamente, una de cada ocho mujeres en Argentina podría desarrollar cáncer de mama a lo largo de su vida, y el 20 por ciento de ellas antes de los 40 años, aunque el 95% de esos casos son curables si son diagnosticados a tiempo.
Sin embargo, los estudios mamográficos actuales sólo son indicados para mujeres mayores de 45 años debido a la nocividad de los rayos X. Por la misma razón, no se recomienda su uso frecuente para el seguimiento de la evolución de la enfermedad o tratamiento.
«Nos preguntamos qué pasaría si existiera un aparato capaz de mostrar anomalías dentro del tejido mamario sin utilizar rayos X, que pudiera ser usado con mayor frecuencia y sin preocupación por el daño acumulado·, detalló Carbone.
A partir de allí, el Grupo de Óptica Biomédica comenzó la investigación en el laboratorio. «Hoy estamos en la etapa de construir un prototipo que nos permita evaluar su posible aplicación clínica», graficó el investigador, para quien reemplazar los rayos X por luz infrarroja «permitiría que se puedan hacer estudios constantemente y a cualquier edad».
Además, dada la naturaleza de la propagación de la luz infrarroja en los tejidos, que le permite salir por la misma cara por donde entra, se podrían considerar situaciones de evaluación clínica evitando la compresión mecánica del pecho que utilizan los mamógrafos convencionales.
Carbone destacó que el sistema en desarrollo “sería mucho menos agresivo al tejido y mucho más cómodo, además de ser más barato ya que no se requiere toda la infraestructura de protección contra los rayos X.”
Una vez elaborada la teoría y estudiada la física, “pasamos a la etapa del laboratorio donde se realizaron pruebas lo más parecidas posibles a la realidad, pero no aún en seres vivos”.
«Por ejemplo -siguió-, trabajamos con medios artificiales que, a la luz, se comportan igual que el tejido biológico y ahora lo que nos falta es probarlo en seres vivos, con pacientes que tengan un tumor y otros que no, para evaluar si es realmente posible (o hasta qué punto lo es) distinguir unos de otros”, puntualizó.
Carbone admitió que esa parte del proceso, el “estudio clínico”, requiere de la construcción del prototipo de mamógrafo, “para lo que intentamos conseguir los fondos que lo financien”.
Sin embargo, advirtió que “como para todo sistema a ser utilizado en seres humanos, el proceso es lento y delicado, pudiendo tomar años hasta tener certeza sobre la viabilidad de la propuesta, ya que es necesario pasar por muchas etapas de estudios, aprobación y homologación por parte de las autoridades sanitarias antes de disponer de un equipo de uso clínico.”
El científico agregó que los estudios en Óptica Biomédica han sido muy intensos en las últimas dos décadas y existen grupos de investigación similares prácticamente en todo el mundo, con algunos de los cuales, principalmente los de Alemania y México, colaboran intensamente.
“A diferencia de otras propuestas, que apuntan a equipos muy sofisticados a ser ubicados en centros especializados, la nuestra tiene por objetivo desarrollar un equipo que pueda ser utilizado por el ginecólogo en su consultorio privado”, concluyó.