Ensayistas y críticos culturales, con formación en Ciencias Sociales y en los estudios del lenguaje, plantearon que "las disputas en la alianza PRO están dando cuenta de esta transformación"
Intelectuales advirtieron hoy sobre la apelación a «discursos de odio» por parte de sectores de la oposición y afirmaron que los movimientos de derecha «utilizan deliberadamente el odio» como estrategia política, pero también en razón de «mutaciones del neoliberalismo, que ya transparenta que no hay inclusión social por el mercado».
Ensayistas y críticos culturales, con formación en Ciencias Sociales y en los estudios del lenguaje, plantearon además que «las disputas en la alianza PRO están dando cuenta de esta transformación».
Así se manifestaron en diálogo con Télam el investigador Alejandro Kaufman, docente de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad de Quilmes, y el licenciado en Letras Gabriel Giorgi, coautor del libro «Las vueltas del odio» (editorial Eterna Cadencia), que analiza, entre otros procesos, cómo se transformó el odio a partir de su despliegue desde las redes sociales.
Para Kaufman, el odio «se convierte en un tema a partir de los fascismos del siglo XX», que orientaban las pasiones «en una dirección organizada, con el fin de establecer un poder totalitario, a costa de un grupo que es el objeto del odio».
Pero en la actualidad, alertó, «hay nueva forma de fascismo, de derecha, que utiliza ese tipo de recursos» y a modo de ejemplo, al referirse a la Argentina, planteó que ese uso del odio «se ve muy bien en esos sectores que hoy en día están en la oposición, y también cuando estaban en el Gobierno, que construyen deliberadamente fórmulas de odio, como con los mapuches, con la pobreza».
Al analizar esas prácticas, sin embargo, recomendó evitar las lecturas lineales: «La designación del discurso de odio es compleja, no es simplemente que alguien se manifieste directamente de esa manera», subrayó y en ese aspecto precisó que «lo que importa» para definirlo de ese modo son «las consecuencias, el contexto, la ocasión, a quién va dirigido».
Y en relación al direccionamiento del odio, Kaufman aseguró que ese tipo de acción «es, por parte de buena parte de la derecha, una política, algo planeado, que se hace deliberadamente».
En ese sentido, mencionó a la exministra de Seguridad y presidenta del PRO, Patricia Bullrich, a quien describió como «una figura que ha construido una política fuertemente concentrada alrededor de este tipo de prácticas» y que en sus últimas intervenciones, analizó, fue «elevando el tono» y por eso «se ha desbordado».
«Ha llegado a situaciones en las que ha tenido que desdecirse porque hay una falta de cálculo político sobre lo que está diciendo», continuó Kaufman en referencia a Bullrich pero luego advirtió que el «fenómeno está generalizado».
Sobre la extensión de ese tipo de discursos y de acciones, Kaufman consideró que el ataque al local partidario del Frente de Todos en Bahía Blanca, como también las amenazas de grupos anticuarentena contra la concejal de Rosario Norma López, «son ejemplos absolutamente evidentes».
«Para que no quedara ninguna confusión, el panfleto que apareció en el local de Bahía Blanca lo expresa claramente: usa la palabra ‘purga’ y está apoyada por un explosivo», puntualizó.
Sin embargo, el ensayista e investigador del Instituto Gino Germani de la UBA diferenció ese acto, tipificado por el Código Penal, de lo que suele definirse como «discurso de odio».
«Cuando hablamos de discurso no nos referimos a actos como ese (por el ataque a la unidad básica de Bahía Blanca)», aclaró.
Y en ese punto destacó que «la expresión ‘discurso de odio’ se refiere a cuando alguien pretende expresar opiniones, como puede ser el caso de líderes de la oposición, y pretende estar haciendo política, pero lo que se desprende de su discurso es que alguien es un culpable absoluto que debería ser agredido».
Esa práctica, siguió Kaufman, está «muy marcada» en la política de los últimos años, ya que «es un fenómeno global que se ha generalizado, que hace uso de las redes sociales», observó.
«El odio puede estar en cualquier situación en la que haya algún tipo de confrontación», agregó aunque sobre ese punto indicó que «la diferencia entre los movimientos emancipatorios y populares y los movimientos de derecha es que los movimientos de derecha deliberadamente utilizan el odio» ya que creen tener enemigos «que hay que eliminar o que hay que subyugar».
Para Giorgi, docente universitario y director del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Nueva York, en los últimos años se observa «cierta centralidad del odio, que está nombrando una mutación del neoliberalismo».
En su hipótesis, la apelación recurrente al odio expresa «una transformación de los modos en los que el neoliberalismo hace política».
Y esa mutación, sostuvo, se da «desde aquel neoliberalismo de los años ’90 que prometía inclusión universal a través del mercado, a un neoliberalismo que ya transparenta que no hay inclusión universal por el mercado».
Ese cambio implica un reconocimiento de la exclusión como factor permanente y estructural, ahora de un modo «transparente, directo», lo que lleva al neoliberalismo a desplegar la «lógica del odio», subrayó, «de una manera más intensificada».
«En Argentina, las disputas en el interior de la alianza PRO también están dando cuenta de esta transformación», evaluó y en ese marco afirmó que en el momento en que Mauricio Macri gana las elecciones en 2015 «ahí todavía veíamos los ecos de esa promesa neoliberal, la revolución de la alegría, pero eso en poco tiempo empezó a mutar hacia lógicas mucho más violentas».
En esa línea, Giorgi atribuyó a Bullrich la intención de representar ese proceso en marcha, ya que, a su entender, la titular del PRO «está tomando nota del modelo bolsonarista y está movilizando aspectos mucho más cercanos a los del odio, de una manera explícita».
«Hay una espectacularización del odio, hay una especie de dramatización explícita, un despliegue del odio como afecto político, que tiene que ver con este lugar que buscan las nuevas derechas, que está mucho más asociado a la transgresión», enfatizó.
Y bajo ese marco encuadró a la instalación realizada frente a la Casa Rosada por la agrupación de derecha Jóvenes Republicanos, quienes colgaron de las rejas de la sede gubernamental bolsas negras que simulaban ser sacos mortuorios y que portaban los nombres de dirigentes del oficialismo y referentes de organismos de derechos humanos.
«Lo que está también en juego en muchas de las inflexiones de estas nuevas derechas es el ataque a los derechos humanos», apuntó.
Además, Giorgi advirtió que «lo que se moviliza en torno del odio son los vocabularios de la guerra pero que después se empiezan a materializar en actos concretos» y precisó que «todo esto se hace, como en el caso de los grupos anticuarentenas, en nombre de la libertad».
«Ahí hay una ecuación que es nueva, entre un afecto como el odio y la invocación de la libertad, como el valor a defender», evaluó y sobre esa relación aseguró que se trata de «una reconstrucción de una idea de libertad en la que se afirma un hiperindividualismo a contrapelo de toda regla y de todo pacto social mínimo».