Opinión

Inseguridad al palo: “¡Pedro, cerrame la 8!”


Por Carlos Duclos

 

Sin fin, interminable y angustiante es la ola de delito y muerte que se vive en Rosario y en las principales ciudades de la provincia, sin que el gobierno santafesino atenúe un problema que ya tiene ribetes de drama.

Es cierto que la inseguridad en la provincia es de vieja data y que comenzó a gestarse cuando esta región, estratégica, fue elegida por los narcos en la década del 90 como zona de privilegio para sus negocios. Por aquellos años, un famoso abogado penalista, conocedor del terreno y de las mañas, lo vaticinó: “En diez años la falopa nos tapa en Rosario”. Dicho y hecho. Pero lo que nunca pudo imaginar que llegaría un día, como el de hoy, en que los muertos a causa del delito serían tantos como los días del año, y que no habría más que grotescas declaraciones de funcionarios como todo plan que se tiene para mitigar la ola fatal.

Un diputado acaba de decir en una mesa de bar que “¡para qué les vamos a aprobar endeudamiento, más plata, si en materia de seguridad no se les conoce el plan y no dicen qué van a hacer con ese dinero”. Es decir, el Ejecutivo reclama más presupuesto, pero hasta ahora lo único que se conoce es la boleadora electrónica y el cartucho en la recámara. Muy poco para combatir a un monstruo, ¿verdad?

El problema de los rosarinos y de los vecinos de la ciudad de Santa Fe y de Rafaela, como de otras ciudades que ya se han movilizado pidiendo que se haga algo, no son solo los muertos y las balas que se disparan bandas criminales, sino el tsunami de robos en la calle, en el hogar y en todas partes que hacen la vida imposible al ciudadano común que vive sobresaltado y con el corazón en la boca. El problema es ese vivir con miedo, manoseado, ultrajado, cuando no golpeado, herido y terminando muerto.

Ráfaga de tiros que terminaron con la vida de un joven anoche en Rosario

 

En los primeros párrafos se deslizó el narco como causa del delito, pero no es la única madre del efecto delito, también se ha enquistado como cultura social en este país, conculcado por una casta de cínicos, la pobreza, la exclusión a la que algunos funcionarios y jueces marca mequetrefes le ponen el plus de impunidad para el delincuente (disfrazado de garantías) mientras que aquellos que deberían ser cuidados (el ciudadano común) no gozan del derecho de ser defendidos y contenidos. Nada de eso, todo al revés.

Anoche, otro muerto más en Rosario, un joven acribillado a balazos; y sigue esta zaga demoníaca que arroja a los buenos y honestos al infierno. Buenos y honestos que con sus impuestos pagan para que los mediocres sin calle (tenidos por genios) cobren para que digan, pero no hagan, prometan, pero no realicen. Estas últimas palabras, por supuesto, tienen aroma a verdadero peronismo ese otro peronismo que también por estas horas se pregunta ¿qué hacen los que dicen serlo?

En las últimas horas el jefe de Policía de Santa Fe, Víctor Sarnaglia, ha dicho que los vecinos tienen que protestar: “A mí me ayuda”. Una iniciativa de antología, tan antológica como las palabras del ministro Saín, quien como se sabe dijo a un canal porteño que fue a Buenos Aires a descansar porque en Santa Fe “me cagan a tiros”.

Con sarcasmo y preocupante ironía se escuchó decir hace muy poco atendiendo a la realidad rosarina y santafesina: “¡Pedro, cerrame la 8!” Muy triste, serio y preocupante.