Esta incorporación se dio en el marco de la 14° Reunión de la Conferencia de las Partes (COP14, por sus siglas en inglés) en la Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres
Según los nuevos datos del Centro de Monitoreo de la Conservación del Ambiente (UNEP-WCMC por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas, el 44% de las especies listadas registran descensos de población y tres de cada cuatro especies en la lista de la CMS están siendo afectadas por la pérdida del hábitat, la degradación y fragmentación.
Además, se reportó que el 51% de las Áreas Clave para la Biodiversidad identificadas como «importantes» para los animales migratorios incluidos en las listas de la CMS no tienen estatus de protección, mientras que el 58% de los sitios monitoreados reconocidos como importantes para las especies incluidas en las listas de la CMS están experimentando «niveles insostenibles» de presión causada por el hombre.
Esta incorporación se dio en el marco de la 14° Reunión de la Conferencia de las Partes (COP14, por sus siglas en inglés) en la Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres -en vigor desde 1983- que se llevó a cabo entre el 12 y 17 de febrero en Uzbekistán.
La incorporación de estas especies dentro de los apéndices fue fruto de la iniciativa regional y multi-organizacional de cooperación transfronteriza, que incluyó a científicos y organizaciones de Argentina y países de la región como Bolivia, Paraguay, Perú, Chile, Uruguay y Brasil.
En este contexto, «el riesgo de extinción es cada vez mayor para las especies migratorias a nivel mundial, incluidas las que no figuran en las listas de la CMS», explicó a Télam Ramiro Ovejero, investigador del Conicet y uno de los impulsores de la inclusión del guanaco.
«El guanaco sudamericano fue un ejemplo de este punto, considerada una especie con carácter migratorio, ya que algunas poblaciones se encuentran en estado crítico», agregó el miembro del Instituto de Ecología Regional y del Grupo de Especialistas en Camélidos Sudamericanos (GECS).
Con la inclusión del guanaco al Apéndice II de la CMS, que Ovejero caracterizó como «un hito», es posible fortalecer iniciativas de conservación fronteriza y recomendar pautas de manejo sustentable para la especie.
Una de las principales conclusiones del encuentro «fue mostrar que las actividades humanas insostenibles están poniendo en peligro el futuro de las especies migratorias».
Estos animales «no sólo actúan como indicadores del cambio ambiental, sino que desempeñan un papel integral en el mantenimiento de la función y la resistencia de los complejos ecosistemas de nuestro planeta», aseguró Ovejero.
Considerado el más abundante (por la cantidad de especímenes) de los grandes herbívoros nativos de los pastizales de Sudamérica hasta la introducción del ganado, el guanaco habita a lo largo de la Cordillera de los Andes desde el altiplano hasta Tierra del Fuego.
Sin embargo, experimentó fuertes disminuciones en el número de ejemplares en los últimos años, documentándose un retroceso de 93% en 20 años en el norte de la Patagonia, según datos de la organización civil WCS Argentina.
También se descubrió que en áreas sin alambrados y baja densidad de ganado, los guanacos son migratorios y habitan anualmente áreas de hasta 220.000 hectáreas.
Entre las principales amenazas para esta especie se cuenta «el deterioro de los pastizales a partir del uso ganadero por sobrepastoreo, junto con la la aridez creciente provocada por el cambio climático, que provoca una falta de alimentos para esta especie», y la cacería de ejemplares, detalló Andrés Novaro, director de Conservación Terrestre de WCS Argentina.
Los guanacos, además, padecen la problemática de los alambrados en la mayoría de los campos: «La migración necesita que los animales puedan desplazarse libremente de un lugar a otro cuando cambia la cantidad de alimento», a lo largo del año, sostuvo Novaro.
Por su parte, Juan Martín Cuevas, coordinador de Conservación de Tiburones y Rayas de WCS Argentina, se refirió a la situación del tiburón escalandrún, otra especie migratoria representante de las costas argentinas que se encuentra en peligro crítico de extinción.
«Como todo tiburón de gran tamaño, el escalandrún es un predador tope del ecosistema marino, lo cual lo ubica arriba en la cadena alimenticia, que posee un rol clave en mantener el equilibrio entre diferentes niveles de la cadena alimenticia», señaló el especialista.
Estas características de la especie «permite tener un ecosistema marino sano», al mantener su estabilidad controlando las poblaciones de presas y asegurando la biodiversidad.
Sin embargo, por la fuerte presión pesquera -comercial y deportiva- su población global se redujo al 80% en siete décadas, y en el Atlántico sudoccidental se redujo al 90% en 40 años, consignó WCS Argentina.
De esta forma, su incorporación a los Apéndices I y II, de conservación, «será de gran ayuda para implementar acciones de cooperación regional entre Argentina, Uruguay y Brasil que se vienen impulsando desde el 2020 junto con ONGs, pescadores, instituciones académicas y gobiernos», añadió el especialista.
La tercera especie incluida en el Apéndice I de la CMS es el chorlito de Magallanes, o chorlito ceniciento, un ave caratulada como «vulnerable» por la Lista Roja de Especies Amenazadas de la que, se calcula, quedan alrededor de 500 ejemplares en la estepa patagónica austral, según datos de la asociación Ambiente Sur.
Entre las principales amenazas de esta especie se destaca «la pérdida de hábitat por urbanización o por impacto de actividades humanas, como el tránsito de vehículos o ganado en zona de nidificación, la sequía e implementación de proyectos de infraestructura que no tienen en cuenta el hábitat de esta y otras especies», explicó a esta agencia Germán Montero, director ejecutivo Ambiente Sur.
Asimismo, la importancia de estas aves en el ecosistema radica en su rol como «indicadoras de salud de los ecosistemas», motivo por el que es fundamental para «no perder de manera definitiva especies y ambientes».
Finalmente, el delfín nariz de botella de Lahille, que en Argentina se encuentra desde las costas del sur de Buenos Aires hasta Chubut, experimenta un declive de su población en ambos márgenes del estuario del Río de la Plata a partir de la década de los 90′.
Esto se debe a problemáticas como la captura incidental en redes de pesca, contaminación química y acústica, y la destrucción de su habitat, enumeró Miguel Iñíguez, presidente de la Fundación Cethus, una de las organizaciones que impulsaron la incorporación de este delfín en los Apéndices I y II de la CMS.