La exportación de maderas preciosas de Brasil, como el lapacho, principalmente hacia Estados unidos y Europa, alimentan un comercio ilegal que devasta a la selva amazónica, advirtió Greenpeace este martes.
Una investigación derivó en una lista de 37 compañías estadounidenses como los principales clientes de exportadores brasileños que venden madera «con indicios de ilegalidad» para fabricar escritorios o muebles de jardín.
Compañías en Francia, Portugal, Bélgica y Holanda son las siguientes en la lista de grandes compradoras de madera sospechosa, de acuerdo con el reporte de 27 páginas de la organización ecologista, titulado «Árboles imaginarios, destrucción real».
Según el reporte, madereros y funcionarios corruptos brasileños ejecutan sofisticados esquemas que les permiten talar estos majestuosos árboles mucho más abajo de lo permitido, sin que esto les impida obtener los documentos necesarios para exportar la madera con enormes ganancias.
Compradores en países ricos deberían estar más atentos a lo que están importando, dice el informe.
«Podemos decir que es casi imposible garantizar que la madera de la Amazonía brasileña haya salido de operaciones legales», afirmó Rómulo Batista, de la campaña Amazonía de Greenpeace Brasil.
El lapacho puede crecer hasta 30-40 metros y su madera es una de las más densas y duras del mundo, al punto de sumergirse al ser colocada en el agua.
Eso la convierte en un excelente material para muebles de exterior y terrazas y está presente en obras como el famoso malecón de Coney Island, en Nueva York.
Pero como los lapachos están dispersos en la selva, con sus exuberantes flores rosas, moradas, amarillas y blancas coloreando el verde de la Amazonía, talarlos exige destrucción a gran escala.
«Víctimas de su propia magnificencia, los lapachos son fácilmente avistados en el medio de la Amazonía», explica el informe de Greenpeace.
Una vez procesados para pisos y otros productos, el metro cúbico de este árbol puede llegar a costar hasta 2.500 dólares para exportación.
Greenpeace asevera que las compañías estadounidenses importaron 10.171 metros cúbicos de lapacho entre marzo de 2016 y septiembre de 2017, y que once países de la Unión Europea importaron de forma colectiva 9.775 metros cúbicos en el mismo período.
«El alto valor del lapacho (…) lo vuelve lucrativo para los madereros ilegales que se adentran en lo profundo de la selva», subraya Greenpeace.
«Madereros inescrupulosos destruyen la selva con carreteras ilegales, invadiendo de forma ilegal áreas protegidas y tierras indígenas, degradando la selva y a veces cometiendo actos de violencia contra las comunidades» locales, apunta.
Amañando los libros
El gobierno de Brasil dijo el año pasado que la tasa de deforestación cayó 16% entre agosto de 2016 y julio de 2017, comparado con los doce meses previos.
Incluso con esa primera disminución en tres años, se destruyeron 6.624 kilómetros cuadrados de floresta. La deforestación no sólo modifica el hábitat tropical, sino que también contribuye de manera significativa a incrementar la emisión de gas de dióxido de carbono, el principal motor del calentamiento global.
Para talar lapachos y otras maderas duras, los madereros usan motosierras y excavadoras.
En el estado de Pará, por ejemplo, ingenieros corruptos hacen inventarios falsos en áreas boscosas, inflando el número de árboles o clasificando árboles de bajo valor como si fuesen de alta gama, dice Greenpeace.
Estos árboles falsos son usados después para justificar créditos legales que madereros inescrupulosos usan para su cargamento ilegal de lapachos talados en áreas protegidas.
«Las agencias estatales de forma subsecuente emiten créditos por la cosecha y traslado de esta inexistente madera», dijo Greenpeace. «Estos créditos pueden ser usados después para amañar los libros de aserraderos que procesan árboles de forma ilegal en bosques en tierras indígenas, áreas protegidas o tierras públicas».