Ni las protestas, ni las declamaciones altisonantes de los funcionarios, ni los Albatros llegados a controlar e impedir más incendios han podido poner fin a este virus ígneo
Es increíble, pero está sucediendo: otra vez fuego en las islas y humo en Rosario. Ni las protestas, ni las declamaciones altisonantes de los funcionarios, ni los Albatros llegados a controlar e impedir más incendios han podido poner fin a este virus ígneo. La triste circunstancia da para el grito de Mafalda: ¡paren el mundo que me quiero bajar!
Mientras los brigadistas combaten el fuego y la Justicia entrerriana confirma que indagará a dueños de campos en las islas, los rosarinos siguen respirando un humo muy perjudicial para la salud, mucho más para ancianos o personas alérgicas, asmáticas o con enfermedades respiratorias o cardíacas crónicas.
En la lista de los más vulnerables también se anotan los bebés, los adultos mayores, las embarazadas y quienes tienen alergias, asma, problemas respiratorios y/o cardíacos crónicos. En estos casos la posibilidad de padecer un broncoespasmo —una contracción de las vías respiratorias y del músculo bronquial que puede impedir la respiración normal— es más alta.
Se estima que entre el 8 y 9% de la población tiene asma y muchos ni siquiera están diagnosticados. Si inhalan humo proveniente de la quema de pastizales, su situación se puede agravar. Lo mismo vale para quienes tienen Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (Epoc), fibrosis quística y otras patologías que afectan a los pulmones, o el corazón.
Pandemia, inseguridad y crisis económica completan el combo de una triste circunstancia da para el grito de Mafalda: ¡paren el mundo que me quiero bajar!
¿Para qué fueron a la isla los Albatros?