El incendio de los humedales del Paraná cada día genera más bronca entre los rosarinos, pero también produce inconvenientes en la salud
Parece que es un problema de nunca acabar. Desde hace ya varios meses, Rosario es el epicentro de los reclamos contra la quema indiscriminada en las islas entrerrianas del Delta del Paraná, pero por más que las voces se sigan alzando, las autoridades siguen de brazos cruzados. Mientras tanto, los vecinos despiertan todos los días con una cortina de humo sobre la ciudad.
Este problema no remite solamente a Rosario. Todo el sur de Santa Fe y la propia Entre Ríos lo sufren. Incluso llegó a la ciudad de Buenos Aires, pero las autoridades siguen de brazos cruzados.
Ahora lectores de CLG denuncian que las cenizas, altamente contaminantes para la salud humana, forman parte de la vida cotidiana. Ya es normal abrir ventanas o puertas y encontrar cenizas que caen como caen los árboles y animales de los humedales del río. Y las autoridades siguen de brazos cruzados.
«Esto es increíble. Mi vecina le tuvo que inyectar corticoide a la madre porque no da más de los espasmos por el humo», confió un lector de este diario. Las consecuencias en la salud son una problemática más, en tiempos donde las luces apuntan al Covid-19, los residuos y el humo hacen de las suyas. Mientras tanto, las autoridades parecen no hacer de las suyas, o sí…
Lejos quedan las reuniones. Lejos quedan los actos públicos. Las movilizaciones quedan en la vera del río Paraná y no llegan a las oficinas correspondientes. Entre Ríos se desentiende. La Municipalidad y Santa Fe, con las manos atadas. Y en el medio Nación, que parece que da un paso para adelante, pero en el tablero se ven dos para atrás.