Con sólo 15 años, un 20 de octubre de 1976 Maradona jugó su primer partido con la camiseta del Bicho. Lo hizo debutar Juan Carlos Montes
Desde su debut en la Primera División con apenas 15 años aquel 20 de octubre de 1976, Diego Armando Maradona vivió una historia de amor de apenas cuatro temporadas en las que se consagró, pese a su juventud, en el estandarte máximo de un fútbol argentino lujoso, repleto de figuras a nivel internacional.
El estadio de Juan Agustín García y Boyacá fue testigo, en un partido por el Campeonato Nacional 76 ante Talleres de Córdoba, de un purrete que ya venía pidiendo pista desde su aparición en Los Cebollitas, aquel equipo de infantiles del ‘Bicho’ que desplegaba fútbol por la cancha en la que jugase.
El entrenador Juan Carlos Montes, a sabiendas de que «hay un pibe que la rompe todos los sábados» en divisiones inferiores, convocó por primera vez a ese enrulado morocho, al que le otorgó la camiseta número 16 en aquel partido de miércoles en La Paternal.
Diego ingresó por Rubén Aníbal Giacobetti al empezar la segunda etapa de un partido que Talleres terminó ganando por 1-0. Pero lo saliente de esa jornada en la que «toqué el cielo con las manos», según reveló tiempo después el propio protagonista, fue el caño que el inminente astro le regaló a Juan Domingo «Chacho» Cabrera.
Un lujo que acusaron ‘ver en vivo’ más de los 3.500 espectadores que –en realidad- asistieron esa tarde al estadio, al que tiempo después, bautizaron con su nombre.
«En uno de los primeros partidos que jugó, Juan Carlos (Montes) lo llamó a Diego y le dijo que lo iba a poner ante Newell’s, un equipo que él también había dirigido meses atrás. Me acuerdo que Montes le remarcó que se cuidara ‘porque te van a marcar o (Américo) Gallego o (José Orlando) Berta. Cualquiera te pegaba la patada más baja en el mentón'», reveló Ricardo Pellerano, integrante de aquel plantel de Argentinos por aquellos años.
Lo de Diego con AAAJ fue meteórico y deslumbrante. Apenas dos semanas después llegaron los dos primeros goles con la camiseta del ‘Bicho’, al arquero Rubén Lucangioli, en un 5-2 a San Lorenzo de Mar del Plata, en el viejo estadio General San Martín de la ciudad balnearia de la costa Atlántica.
De a poco, el pibe fue dando paso a un jugador maduro, que empezó a utilizar la casaca número 10, con cualquier técnico (Ricardo Trigilli, Miguel Angel ‘Zurdo’ López, entre otros).
Los aficionados futboleros de aquellos años, sin la TV que reproducía goles por doquier a cualquier instante o lugar, se pasaban el dato ‘boca a boca’ y recomendaban observar a un «número 10 zurdo, de no más de 1,60 metros de altura» que asumía la conducción de un equipo que habitualmente peleaba por los puestos de abajo en la tabla. Y con Diego comenzó a coquetear en la parte superior.
El talento inigualable, la pegada mágica o el enganche imprevisto para dejar desairados a los rivales. Todos esos atributos desplegaba Maradona en sus albores como jugador profesional, en donde consiguió una marca que aún permanece inalterable: fue goleador máximo en cinco campeonatos consecutivos en certámenes de AFA (Metropolitano 1978, 1979 y 1980; Nacional 1978 y 1979).
Además, Argentinos Juniors logró convertirse por primera vez en su historia como subcampeón de un torneo local (Metropolitano 1980).
«Diego hizo un montón de goles en Argentinos, pero el mejor creo que lo marcó en un cuadrangular amistoso en Colombia, en el que jugaban también Deportivo Pereira, América y Deportivo Cali» contó ‘Zurdo’ López, en una nota concedida a Télam tiempo atrás, en ocasión del aniversario número 40 de los cuatro tantos que le marcó a Boca (5-3), en un encuentro del Nacional ’80.
«Hizo un gol en el que gambeteó a muchos rivales, muy parecido al que después le hizo a los ingleses en el Mundial México ’86», agregó el otrora entrenador.
«Con el partido 3-2 a favor del Pereira, Diego arrancó en la mitad de la cancha y eludió a (Henry) Viáfara y (Farid) Perchy. Luego vino el paraguayo Alcides Sosa y tampoco lo pudo detener», reveló López.
«Gambeteó a uno más (Muñoz) y cuando le salió el arquero (Roberto Vasco) amagó a tirarle al segundo palo y se la tocó cortita, al primero. La gente deliraba en Colombia. El partido terminó 4-4» evocó el DT
La dimensión de jugador que había alcanzado Maradona, a principios de los ’80, hizo imposible que Argentinos Juniors pudiera retenerlo. Primero se habló de un interés de River Plate y luego de una insólita petición de Deportivo Español (que por aquellos días era conducido por el fallecido empresario Francisco Ríos Seoane) de ‘reclutar’ al astro en sus filas, pagándole «un millón de dólares» para que jugase en la Primera B «y no se vaya de la Argentina» anunciaba por esas jornadas el hombre fuerte del club ‘gallego’.
Pero, en febrero del ’81, el entonces presidente de Argentinos, Próspero Cónsoli, acordó con su par de Boca Juniors, Martín Benito Noel, una transferencia de 2,5 millones de dólares, más la cesión completa de cuatro jugadores (Carlos Randazzo, Carlos Salinas, Eduardo Rotondi y Osvaldo Santos) y el préstamo de otros dos (Mario Zanabria y Miguel Angel Bordón). Significaba un monto mucho menor al que había ofrecido, por ejemplo, el Barcelona de España por el pase del ’10’.
Por eso, los hinchas de Argentinos Juniors estallaron por aquellos días contra Cónsoli y regalaban en cada cancha un cantito que se volvió ley: «Lo quería Barcelona, lo quería River Plate y este viejo mamarracho (por Cónsoli), se lo regaló a Noel».