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Homenaje a Diego: la apilada a los ingleses, el mejor gol en la historia de los Mundiales


Fue el 22 de junio de 1986 en el estadio Azteca por los cuartos de final del Mundial de México

«No me importa lo que Diego hizo con su vida. Me importa lo que Diego hizo con la mía», dijo alguna vez el «Negro» Fontanarrosa. Lo que Diego hizo con la vida de los argentinos, con la memoria colectiva del pueblo futbolero, con el recurso del recuerdo para volver a ser felices, tiene su mayor anclaje en el gol del siglo, la apilada maravillosa a los ingleses en el Mundial del 86.

Fue el 22 de junio, en el estadio Azteca, por los cuartos de final del Mundial de México. Argentina ya ganaba 1 a 0 y Maradona, a los diez minutos del segundo tiempo, borró con sus pies gloriosos lo que había escrito con la «Mano de Dios».

No fue gol sino poesía, música, una sinfonía de Beethoven o de Mozart, como se lo imaginó el artista Augusto Costhanzo al dibujar la secuencia de la jugada sobre un pentagrama.

El escritor Hernán Casciari lo vio así: «Ve Fiorito de día; ve Nápoles de tarde; ve Barcelona de noche. Ve el estadio de Boca a reventar y él está en el medio del campo pero no lleva un balón en los pies, sino un micrófono en la mano; ve a un anciano en el aeropuerto de Cartago, que espera a su hijo en el último vuelo desde México, para abrazarlo y consolarlo; ve un tobillo inflamado; ve a una enfermera de la Cruz Roja, regordeta y sonriente (…)».

«(…) Ve el día que verá a su madre por última vez; ve la noche en que verá por última vez a su padre; ve crecer a todos los hijos de sus hijos; ve los dolores de parto de una mujer que está a punto de parir un niño zurdo en Rosario, un año y dos días más tarde de ese mediodía mexicano; ve un espacio mínimo, imposible, entre el poste derecho y el botín de Terry Butcher».

«Cierra los ojos. Se deja caer hacia adelante, con el cuerpo inclinado, y se hace silencio en todo el mundo. El jugador sabe que ha dado cuarenta y cuatro pasos y doce toques, todos con la zurda. Sabe que la jugada durará diez segundos y seis décimas. Entonces piensa que ya es hora de explicarle a todos quién es él, quién ha sido y quién será hasta el final de los tiempos».

Víctor Hugo Morales lo vio así: «»La va a tocar para Diego, ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el genio del fútbol mundial, deja el tendal y va a tocar para Burruchaga… ¡Siempre Maradona! ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta… Gooooool… Gooooool..».

«¡Quiero llorar! ¡Dios Santo, viva el fútbol! ¡Golaaazooo! ¡Diegoooool! ¡Maradona! Es para llorar, perdónenme… Maradona, en recorrida memorable, en la jugada de todos los tiempos… Barrilete cósmico… ¿De qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina? Argentina 2 – Inglaterra 0».

El partido terminó 2 a 1, porque Inglaterra descontó a nueve minutos del final con un gol de Gary Lineker.

«Con cierta distancia, Diego fue el mejor jugador de mi generación y posiblemente el más grande de todos los tiempos. Después de una vida bendecida pero con problemas, es de esperar que finalmente encuentre algo de consuelo en las manos de Dios», escribió hoy Lineker, que en sus redes sociales también dedicó varios mensajes en recuerdo de Maradona.

En uno de los videos que publicó, se ve su visita a un vestuario argentino en el que lo recibe Diego: «Bienvenido», le dice, y luego le presenta al «Ratón» Zárate, Rambert, Almeyda y Goycochea.

«Mi amigo», les dice Diego a todos, señalándolo a Lineker, que el 22 de junio de 1986, «con cierta distancia», vio el 10 brillante en la espalda de Maradona como si viera a Cervantes escribiendo El Quijote o mejor: como si viera al Quijote derribando los molinos.