Por Mario Luzuriaga
La saga de «Rápido y Furioso» se expande nuevamente y utiliza dos personajes que superaron a los dos más reconocidos de toda la saga. Dwayne Johnson, ingresó en la quinta entrega, mientras que Jason Statham se sumó como un villano.
Estos dos personajes fueron más superadores que sus protagonistas originales y son el centro de esta historia que supera los límites del absurdo, convirtiéndola en una película por demás de divertida y efectiva.
Una corporación llamada Eteon tiene la idea de eliminar a la población mundial diseminando un virus. Una agente del MI6 (Vanessa Kirby) se hace con el virus y escapa de un letal asesino modificado genéticamente llamado Brixton (Idris Elba). Es por esto que la CIA debe reunir a Luke Hobbs (Dwayne Johnson) y Deckard Shaw (Jason Statham) para detener esta amenaza.
El cine de acción no es como el que se podía ver durante los ochenta y fines de los noventa. Fue esta franquicia la que modificó ese cine y se pudo ver el exceso persecuciones, autos explotando y carencia de buenas historias, aún así movilizaba a las masas.
Si bien esta película pasa los límites de lo absurdo, recupera algo de esa esencia de las películas «buddy cop» al estilo «Arma Mortal», dos socios imposibles que, a medida que transcurre la historia, terminan convirtiéndose en amigos.
Johnson es carísma en su estado puro, ya que todo lo que el hace es exitoso y junto con Statham y sus artes marciales, se complementa y ambos están perfectos en pantalla.
Idris Elba, que interpreta al villano Brixton, también está acorde a su rol y es muy creíble su objetivo.
No esperen ver una obra maestra, sino que invita a desconectar la cabeza y retrotrae a esas películas de acción que tanto disfrutamos.
Calificación: Buena.