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Histórico rezo del Papa por la pandemia: «En esta tormenta estamos todos»


El Papa Francisco entregó una bendición "Urbi et Orbi" (a la ciudad y al mundo), desde una plaza vacía de San Pedro, como respuesta a la pandemia del coronavirus

El papa Francisco aseguró hoy que «nadie se salva solo» de la crisis mundial generada por la difusión del coronavirus, durante un histórico rezo que encabezó en soledad en la Plaza San Pedro para pedir el fin de una pandemia con la que, afirmó, «nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados».

«Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido», inició el pontífice su mensaje desde el atrio central de la Basílica de San Pedro, de frente a una plaza usualmente colmada por decenas de miles de fieles y hoy vacía por las medidas de seguridad adoptadas por el Vaticano durante la pandemia.

«Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa», criticó Francisco, seguido por más de un millón de personas por streaming.

Durante el inédito rezo, en una Roma lluviosa, el Papa estuvo flanqueado por los dos símbolos frente a los que había rezado el domingo 15 de marzo en su única salida del Vaticano desde la difusión de la pandemia.

Uno es el crucifijo milagroso expuesto en la iglesia de San Marcelo en Via del Corso, que según la tradición católica salvó a la capital italiana de la peste de 1522. El otro símbolo es la Virgen Salus Populi Romani, emplazada usualmente en la Basílica romana de Santa María la Mayor, a la que el Papa encomienda y luego agradece cada uno de sus viajes fuera de Italia.

Con tono crítico, aseveró durante su mensaje que «con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa bendita pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos».

«Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa», criticó Francisco en la homilía, tras la que impartió la bendición Urbi et Orbi, reservada usualmente para Navidad, Año Nuevo y Pascuas, a las casi 1 millón de personas que siguieron el rezo online.

«No nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo», detalló en esa dirección.

En ese contexto, en línea con las misas matutinas que celebra a diario en la capilla de su residencia de Casa Santa Marta, Francisco recordó que «nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes, corrientemente olvidadas, que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia».

En ese grupo, incluyó a «médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo».