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Historias de padres que luchan por su derecho a cuidar y contra «el libreto de la paternidad»


Matías Criado y Santiago Merlo cuentan sus experiencias como padres y su lucha para lograr mayores derechos a la hora de crianza de sus hijos

Por Alicia Alvado – Télam

Los papás que se llevan a las patadas con la «masculinidad hegemónica» y que no se identifican con «el relato sobre la paternidad» que restringe su rol al de mero «proveedor», son cada vez más, están organizados y volverán a movilizarse en el marco del Día del Padre por licencias igualitarias que permitan ejercer su derecho a cuidar y democratizar las tareas de crianza, históricamente feminizadas.

«Mi militancia empezó cuando me di cuenta que no podía con el libreto sobre la paternidad que me habían vendido», dijo a Télam Matías Criado, de 34 años, papá de una niña de 8 años y un niño de 3, y referente de «Paternando», una de las organizaciones que integran la Campaña Paterna lanzada hace un año para pedir la ampliación de la licencia por paternidad

Los autocuestionamientos comenzaron en 2014, cuando cayó en la cuenta sobre todo lo que se estaba perdiendo en relación a su hija de 6 meses, pero también lo injusto que era que toda la carga recayera sobre la madre.

«Me levantaba a las 6 y cuando volvía de noche a mi casa, me esperaba una familia para compartir conmigo, pero yo estaba cansado de trabajar y mi pareja de haber estado sola en el cuidado», contó.

En ese momento se hizo evidente para ellos que «algo tenía que reajustarse» y que había que abandonar esa versión de la paternidad que «no solo me lastimaba a mí y a mi pareja, sino a mi hija que no tenía un padre para jugar o para cuidarla».

Si en eso consistía su participación, «¿para qué tenía una hija?», se preguntó.

 

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«Empecé a armar grupos, a encontrarme con otros y a darnos cuenta que romper con el libreto de paternidad no es algo solo positivo para nuestros hijos, para las mujeres que piden más padres presentes, sino para nosotros mismos», dijo.

En su caso, esta toma de conciencia se tradujo en que después de haber sido despedido de su trabajo a los tres meses de haber finalizado la licencia sin goce de sueldo, con su esposa -que estaba en un momento de crecimiento profesional- decidieron que sería él quien se quedaría en casa cuidando los hijos la mayor parte de la semana.

«Después del año volví a trabajar de a poco; pero la decisión fue muy buena para mí a pesar de la angustia por no saber si llegábamos a fin de mes porque yo necesitaba estar en todos esos espacios que me había estado perdiendo», recordó.

Pero esta especie de «transgresión» lo obligaba todo el tiempo a dar explicaciones.

«A los varones que estamos cuidando a nuestros hijos a veces nos dicen ‘hoy te toca de niñera’ o nos preguntan si la madre se fue de viaje, nunca suponen que es porque quisimos, porque nos gusta o buscamos estar con ellos», aseguró Criado a Télam.

Según datos del Indec, en Argentina el 95% de los niños de hasta 2 años no asisten a establecimientos educativos y esto afecta desproporcionadamente a las mujeres porque mientras ellas dedican 5,7 horas diarias a esta actividad no remunerada, ellos ocupan sólo dos.

Como contrapartida, la mitad de las mujeres con niños menores de 3 años están fuera del mercado laboral, lo que redunda en una feminización de la pobreza y en un aumento de las desigualdades porque mientras algunas pueden volver rápidamente al trabajo en virtud de la contratación de cuidadores, otras deben recluirse.

La legislación vigente favorece esta división sexual del trabajo, ya que establece una licencia por maternidad de 90 días y una de paternidad de 2 días corridos, excluyendo a quienes fueron padres por adopción o por técnicas de fertilización humana asistida, pero también desalentando la contratación de mujeres.

Atendiendo a esta situación, el pasado 1 de mayo el presidente Alberto Fernández anunció el envío al Congreso del proyecto de ley «Cuidar en Igualdad» que, entre otras cosas, extiende las licencias a 126 y 90 días, además de incorporar licencias por adopción y realización de técnicas de fertilización asistida o nacimientos por esta vía, entre otras modificaciones.

«Hoy si tu bebé nace un viernes, vos el lunes tenés que estar trabajando», ejemplificó Criado.

Y aunque bajo algunos convenios se han ampliado estas licencias en los últimos años e incluso los empleados públicos de provincia de Buenos Aires tienen desde febrero 15 días «para el corresponsable parental», en el país hay una gran cantidad de monotributistas, autónomos o trabajadores informales que no tienen ningún tipo de beneficio.

«Además, como el tiempo es insuficiente, hay licencias encubiertas: los padres acumulan vacaciones, o se toman días sin goce de sueldo; es decir, buscan los grises para poder estar en su casa», explicó Criado.

El proyecto de ley incorpora gran parte de las demandas de la Campaña, que integran organizaciones como la Red de Paternidades Trans de Argentina, el Instituto de Masculinidades y Cambio Social y Varones Antipatriarcales, entre otras.

«Hoy por hoy, las buenas experiencias de licencias (por nacimiento de hijos) de varones trans que están en blanco son casi inexistentes y se dan porque la persona fue contratada sabiendo que era de la diversidad, en un contexto contemplativo», contó Santiago Merlo (47), referente de la Red de Paternidades Trans que hace poco más de un mes fue papá de Vicente por técnicas de fertilización asistida al cabo de un embarazo que llevó adelante su compañera, con quien ya estaban criando una hija adoptiva con discapacidad de 10 años.

Santiago Merlo, junto a su hija Lola y su compañera.

Así, el aporte de los varones trans a la Campaña es mostrar «que otra paternidad es posible» no sólo en términos de «rediscutir los cuidados», porque «somos papás con compañeras que gestaron pero también papás gestantes, un concepto que no estaba» incorporado en el reclamo.

Adicionalmente vinieron a plantear que «no es posible que podamos avanzar en la corresponsabilidad de los cuidados si no accedemos al cupo laboral trans» y persisten las dificultades no solo para la inserción en el mercado de trabajo sino directamente «para el reconocimiento de la identidad de género» un derecho consagrado hace más de 10 años por la ley 26.743.

«Se habla de reformar el régimen pero ¿qué licencia le cabe a quien no tiene trabajo? En segundo lugar, una persona precarizada que tiene que sostener cuatro trabajos para llegar al salario mínimo, no se puede quedar a cuidar, tiene que ir a parar la olla mientras sueña con tener trabajo formal», aseguró Santiago.

En el caso de quienes tenían un empleo, hicieron su transición en él y después decidieron ser papás gestantes, se les otorga «licencias como cuidado de la maternidad, con una mirada anclada en el género impuesto», explicó.

«Y papás que fueron gestantes antes de la transición siguen teniendo problemas para realizar los cambios registrales en la partida de nacimiento de sus hijes para el reconocimiento de la filiación o para obtener la AUH», agregó.

Es que en el caso de las personas trans, el problema se complejiza por los «grises» de las leyes de Identidad de Género de Fertilización Humana Asistida.

«La ley habla de modificaciones corporales, pero de criopreservar gametos porque no se nos piensa con un proyecto de familia. Y la ley de fertilidad sigue siendo binaria y contempla a parejas heterocis o del mismo sexo, pero no a las identidades trans», apuntó.