La primera en explicar la deserción de su oferta fue Jan de Nul. Junto a DEME, era la empresa con más posibilidades de ganar la fallida licitación millonaria
Por: Antonio D’Eramo/ NA
Jan de Nul, la empresa que actualmente tiene un contrato con la ex Administradora General de Puertos para el dragado de la Vía Navegable Troncal (VNT) de los ríos Paraná-Paraguay -conocido como la Hidrovía- y que continuará haciéndolo hasta que se realice una nueva compulsa, fue la primera en dar una explicación formal de las razones de su deserción. Lo hizo a través de una carta dirigida a las autoridades nacionales, sorprendiendo a los funcionarios del Ministerio de Economía.
Durante más de cinco horas, varios integrantes del equipo de la Agencia Nacional de Puertos y Navegación, que conduce Iñaki Miguel Arreseygor, realizaron frenéticos llamados a sus superiores en Casa Rosada para despejar la confusión generada tras recibir una sola oferta.
La única propuesta fue de la empresa Dredging Environment and Marine Engineering NV (DEME), oriunda de Bélgica, igual que Jan de Nul. Esta firma había presentado reclamos en la Justicia, acusando un supuesto direccionamiento en la redacción de los pliegos a favor de Jan de Nul.
DEME fue más allá que los holandeses Boskalis y Van Oord, que protestaron solo de manera administrativa. DEME reclamó ante la Justicia la postergación del proceso licitatorio. Sin éxito en su planteo, quedaron como los únicos oferentes, cuya propuesta fue rechazada por la administración Milei, que no solo declaró nula la licitación, sino que decidió acudir a la Justicia para investigar posibles delitos cometidos por DEME.
El 12 de febrero, solo unas pocas personas conocen lo que realmente sucedió, aunque en el gobierno de Milei exigen explicaciones.
Jan de Nul fue la primera en responder formalmente. A través de un escrito firmado por Wim Bosteels, apoderado de la compañía, se enumeraron razones de competencia empresarial. Bosteels destacó que “los competidores han cuestionado injustificadamente los requisitos técnicos incluidos en los pliegos, planteando un supuesto direccionamiento que no es tal”. El objetivo, según la compañía, era boicotear la licitación.
Entre los argumentos de Jan de Nul, se mencionó una “durísima campaña mediática” para perjudicar su participación. La firma decidió no presentarse ante el “riesgo altísimo” de que el proceso se suspendiera de manera indefinida, como finalmente ocurrió.
Además, la empresa cuestionó costos y exigencias técnicas del pliego, como la instalación y el mantenimiento de sistemas de vigilancia, seguridad y control de derrames, lo que, según ellos, “excede claramente el alcance tradicional de dragado y balizamiento” de la autopista fluvial.
Otro punto clave fue el plazo exiguo para presentar la oferta, una crítica compartida por DEME y Boskalis.
Por último, Jan de Nul mostró preocupación por la información sensible que debía incluirse en la propuesta, ya que “los competidores podrían usarla para acceder a datos estratégicos, planes de trabajo y estructura de costos”.
En síntesis, no se presentaron para evitar divulgar información estratégica y como medida de resguardo comercial.
El gobierno espera más respuestas de otras empresas, aunque poco se sabe sobre cuándo se lanzará una nueva licitación para cubrir las necesidades del entramado productivo argentino, que requiere buques de mayor calado para competir con Brasil, ya convertido en una auténtica potencia agrícola.