El herpes zóster se presenta en niños y con menos frecuencia en adultos. En cualquier caso, es necesario lograr un diagnóstico y tratamiento oportunos para evitar posibles complicaciones
El herpes zóster en niños, también conocido en el lenguaje popular como «culebrilla», es una infección viral rara que se produce por la reactivación del virus de la varicela zóster.
Se puede presentar tanto en niños sanos como en aquellos que tienen inmunodeficiencia subyacente. Su causa principal es la infección por el virus de la varicela zóster, que permanece latente en el sistema nervioso por el resto de la vida. De este modo, cualquiera que haya tenido varicela también puede sufrir herpes zóster más adelante.
Ahora bien, la aparición de la infección en la infancia está relacionada con lo siguiente:
-Infección intrauterina por virus de la varicela zóster (VZV): la incidencia creciente de herpes zóster en niños, por lo demás sanos, puede deberse a contraer una infección primaria por varicela en el útero, donde la inmunidad no está desarrollada de manera completa.
-Vacunación con virus vivos atenuados: el estado inmunitario al momento de adquirir la infección primaria es el determinante más importante en el herpes zóster infantil. Se ha encontrado el virus de la varicela zóster (VZV) latente en los ganglios de la raíz dorsal de niños sin antecedentes de varicela y sin afectación epidérmica.
-Secundaria a la exposición postnatal al VZV a una edad temprana, en la infancia, donde el sistema inmune no se desarrolló por completo.
Alrededor del 3 % de los casos de zóster pediátrico ocurren en niños con neoplasias malignas. De acuerdo a información publicada en Journal of the American Academy of dermatology, la varicela en la primera infancia es un factor de riesgo de herpes zóster en niños.
Síntomas del herpes zóster en niños
En general, la evolución de la enfermedad es más leve en los niños, con una duración media de 1 a 3 semanas. Aquellos que se encuentran en edades entre los 2 y 12 años pueden presentar prurito y dolor en las lesiones. No obstante, no se observó dolor neuropático agudo, que es el sello distintivo del herpes zóster en adultos.
La infección se suele localizar con frecuencia en áreas como el tronco y los glúteos, aunque también puede aparecer en los brazos, las piernas o la cara. Cada niño puede presentar síntomas diferentes. Otras manifestaciones clínicas son las siguientes:
-Sarpullido leve, que aparece después de cinco días. Primero se ve como pequeñas manchas rojas, y luego se convierten en ampollas.
-Ampollas que se vuelven amarillas y se secan.
-Erupción que desaparece en una o dos semanas.
-Erupción localizada en un lado del cuerpo.
Es importante diferenciar el herpes zóster del herpes simple zosteriforme por las lesiones vesiculares monomórficas en este último, que es más común en los niños.
Las opciones terapéuticas para combatir el herpes zóster se basan en la edad del niño, el estado inmunológico, la duración de los síntomas y la presentación.
La primera línea de tratamiento en el herpes zóster infantil es el aciclovir oral, administrado cuatro veces al día. Además, se puede comenzar un tratamiento con antibiótico tópico y fomentos con sulfato de zinc para prevenir sobreinfecciones.
Los niños que desarrollan herpes zóster oftálmico deben recibir aciclovir oral debido a sus efectos documentados sobre las complicaciones, como la uveítis anterior o la queratitis estromal.
Aunque el tratamiento oral con aciclovir es la primera elección contra el herpes zóster, también se puede recetar un antibiótico de uso tópico.
Consideraciones importantes del herpes zóster
El herpes zoster en niños es una patología que no se contagia. Pero, a pesar de esto, quien padezca la enfermedad sí puede transmitir el virus de la varicela a quien no la haya padecido aún. Se ha determinado que dicha propagación solo se ocasiona por el contacto directo con las ampollas.
Los síntomas de esta infección pueden parecerse a los de otras afecciones de la piel. Siempre se debe consultar a un médico para obtener un diagnóstico certero.