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Hernia discal: qué es y cuándo es necesario operarla


Existen numerosas técnicas y cada una se ajusta mejor a las características de la lesión y del paciente, pero hay riesgos que deben tenerse en cuenta

Por: Dr. Leonardo Biolatto 

La hernia discal es una patología frecuente que afecta de forma notable a la vida de quien la sufre. La opción de operar una hernia discal siempre se plantea cuando esta situación tiene un gran impacto en las actividades cotidianas del paciente o si otro tipo de abordajes han fallado.

En la actualidad existen numerosas técnicas para operar una hernia discal. Cada una se ajusta mejor a las características de la lesión y del paciente, así como a la experiencia y las preferencias del cirujano.

Gracias a esta intervención es posible que mejore la calidad de vida. No obstante, no es sencillo y también supone una serie de riesgos. En este artículo te explicamos todo lo que debes saber sobre el tema.

¿Qué es una hernia discal?

Para entender qué es una hernia discal hay que conocer primero la anatomía de la columna vertebral. La columna está formada por las vértebras, que son huesos individuales. Entre ellas se sitúan unos discos de tejido cartilaginoso cuya función es amortiguar el impacto. Son los discos intervertebrales.

Los discos están formados por un núcleo pulposo y un anillo fibroso. El anillo es la parte más externa que rodea el núcleo. Tal y como explican los especialistas de la Clínica Mayo, una hernia discal se produce cuando el núcleo protruye hacia afuera, a través de un desgarro en el anillo fibroso.

Las hernias se pueden presentar en cualquier parte de la columna. A continuación, el disco puede irritar algún nervio. Los síntomas varían en función de la localización y de la gravedad de la protrusión.

Las hernias discales son muy frecuentes. Se estima que afectan entre 5 y 20 de cada 1000 adultos menores de 49 años. Lo más usual es que se produzcan en la zona lumbar o cervical y que se acompañen de dolor o alteraciones en la movilidad y sensibilidad.

Tratamientos de la hernia discal

Antes de operar una hernia discal se suelen probar diferentes tratamientos menos agresivos. Lo normal es comenzar con uno farmacológico para paliar el dolor y las molestias. En primer lugar, si el dolor es leve, se recomiendan analgésicos como el ibuprofeno o el naproxeno.

Si con ese tipo de fármacos no se consigue controlar el dolor, se puede probar con corticoides. Se inyectan en la zona afectada, cerca de los nervios raquídeos. En algunos casos, incluso, se recetan medicamentos opiáceos.

El problema es que estos fármacos tienden a crear tolerancia, dependencia y adicción. Además, tienen múltiples efectos secundarios. Por eso deben emplearse con precaución. Cualquiera de los tratamientos médicos se combina con fisioterapia y ejercicios personalizados.

¿Cuándo es necesario operar una hernia discal?

Operar una hernia discal se convierte en una de las opciones cuando el resto de los tratamientos han fracasado. Lo cierto es que la mayoría de los pacientes no requieren cirugía. Suelen mejorar al cabo de días o semanas con el abordaje médico.

No obstante, si los síntomas persisten durante meses o existe discapacidad, operar una hernia discal es casi prioritario. La discapacidad puede ser consecuencia del daño que produce el disco sobre algún nervio. Puede afectarse la movilidad o la capacidad para controlar los esfínteres.

Además, en la actualidad, existen diferentes técnicas para operar una hernia discal. En algunos casos, la intervención puede plantearse mediante una técnica poco invasiva, con incisiones pequeñas y una recuperación más rápida. Suele haber muy buenos resultados.

Preparación para poder operar una hernia discal

Para operar una hernia discal es importante que el paciente esté consciente de los riesgos y de las precauciones previas a la cirugía. Es recomendable que se adopten hábitos saludables.

Por ejemplo, lo ideal es que el paciente pierda peso y se ponga en forma antes de la cirugía. El sobrepeso puede hacer que la columna vertebral esté bajo más esfuerzo de lo recomendado. Por eso se puede enlentecer el proceso de recuperación.

Fortalecer los músculos de la espalda es recomendable para cualquier patología que afecte a la columna vertebral. Deben realizarse ejercicios guiados por un especialista, para evitar agravar el daño.

Al igual que ocurre para cualquier otra cirugía, es importante dejar de fumar. El tabaco incrementa el riesgo de sufrir complicaciones operatorias, además de interferir con el proceso de cicatrización.