Ciudad

Educación en las cárceles

«Hay un imaginario de las cárceles mucho más salvaje de lo que son»


Por Diego Carballido

Mauricio Manchado es integrante del colectivo la Bemba de la Sur y coordinador, junto con María Chiponi, del programa “Educación en las Cárceles”. Una iniciativa que comparte la Bemba con la Secretaría de Extensión de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNR. En el marco de la incorporación del programa Nueva Oportunidad a las propuestas que ya venían implementando como colectivo, Manchado, dialogó Con La Gente dando detalles del trabajo que este grupo de profesionales realiza en las distintas unidades penitenciarias de la zona.

«Este año, generamos un esquema de once capacitaciones en coordinación con el plan Nueva Oportunidad en las cinco cárceles del sur de la provincia” dice Manchado. El programa Nueva Oportunidad es una política provincial, dependiente de los Ministerios de Educación y Desarrollo Social, aplicada sobre los territorios más necesitados para que los participantes del plan puedan generar un emprendimiento que les permita sustentarse o adquirir algún oficio.

La Bemba del Sur

«Nos conformamos en el 2014 como colectivo cultural, político y militante en las cárceles del sur de Santa Fe. La Bemba está relacionada con recuperar una experiencia que veníamos realizando varios profesionales desde el año 2008, relacionado con talleres en contextos de encierro. En términos políticos lo pensamos como una instancia de acción micropolítica para generar transformaciones del orden de lo cotidiano que puedan configurar otras trayectorias vitales para los pibes que están detenidos. De alguna manera, alejarlos de la lógica de la violencia y poder discutir la lógica imperante en torno a las personas detenidas”, cuenta Mauricio describiendo al espacio que hoy cuenta con cerca de cuarenta participantes que visitan las diferentes unidades penitenciarias de la zona, ya no solamente dictando talleres de periodismo, arte, filosofía, cine o música, como era en un comienzo, sino que también haciendo el seguimiento de los internos que están cursando comunicación social, derecho, psicología, enfermería, entre otras carreras, gracias al programa que articula su trabajo con la Universidad y los institutos terciarios número XVIII y 52 de la ciudad de Rosario.

Según Manchado, “cada uno va estudiando dentro de sus posibilidades porque, a veces, se relaciona con su situación judicial. Algunos internos han podido salir a cursar, a partir de pedidos judiciales, y asisten a la Facultad. Mientras que otros, lo hacen de manera libre con dispositivos de acompañamiento de profesionales, tratando de replicar los esquemas de las clases de consulta de la Universidad”, y agrega: «A diferencia de un alumno en libertad, los internos no siempre tienen la posibilidad de decidir cuándo poder estudiar».

El trabajo que realiza este grupo de profesionales está planteado como una instancia donde «los internos puedan pensarlo como un ejercicio de acceso a un derecho. Sin dejar de ver, que también es una forma de transitar la cárcel de una manera más aliviada».

Para el coordinador de este programa que permite a muchas personas privadas de su libertad llegar a una instancia de educación superior: «Hay un imaginario de las cárceles, como lugares extremadamente violentos y salvajes, más ligado a los productos comunicacionales masivos pero en la realidad no son así. Nosotros queremos discutir ese sentido común. Las cárceles son instituciones que generan daños irreparables. Desde el momento que te encierran, el daño ya está producido. Intentamos generar estrategias para que ese tránsito sea lo menos doloroso posible”.

Los orígenes de la Bemba se relacionan a los primeros trabajos voluntarios realizados en la Unidad Penitenciaria Nº 3, de Zeballos y Richieri, allá por el 2008. En la actualidad, el grupo tiene intervención en cinco cárceles, además de la Nº 3, también tienen presencia en la Nº11 y en las unidades Nº 6, 5 y en la 16 que fue la última en sumarse.

La incorporación del programa Nueva Oportunidad permitió la “consolidación de los espacios culturales en el encierro y la articulación de políticas públicas que, de alguna manera, puedan trazar algunas líneas con el afuera. Pensando en la formación para posibles salidas laborales, evitando que los pibes detenidos tengan siempre los mismos destinos. Muchas veces terminan en trabajos informales que combinan la legalidad con la ilegalidad” dice Manchado y avizora como objetivo para dentro de unos años “poder generar centros universitarios dentro de las mismas cárceles, recién estamos consolidando los  espacios áulicos. Todo va a depender de los recursos con los que contemos”

Los talleres culturales funcionan una vez por semana, pero al generar las aulas universitarias dentro de los penales los integrantes del programa Educación en Cárceles tienen concurrencia prácticamente todos los días a las distintas unidades penitenciarias de la zona.