Tenía 72 años y pasó por las redacciones de los diarios La Capital y El Ciudadano, donde fue editor y secretario de redacción
Por Diego Mussetta
Me lo presentó en 1999 mi maestro Jorge Balbo. Yo llevaba apenas un puñado de meses en mi querido diario El Ciudadano, en aquella redacción de la casona de bulevar Oroño. Llegó tal cual fue siempre: con humildad, con perfil bajo y con una valija llena de enseñanzas. Sí, de esas que hoy ya casi no existen. Su gran don fue la paciencia y las ganas de volcar sus conocimientos hacia un grupo de entusiastas e inexpertos periodistas que hacíamos nuestras primeras armas en un proyecto nuevo que recién caminaba por las calles rosarinas.
Sus silencios leyendo textos, sus soplidos cuando algo no le gustaba o estaba mal redactado lo decían todo, su mano derecha rascándose la cabeza buscando una idea, su sapiencia para encontrar el título perfecto, su palabra justa en una discusión, su bronca cuando hallaba un error el día después ya con el diario impreso… y más y más… así era… lo quise mucho y lo seguiré queriendo.
Llegó del interior como yo, con un bolso lleno de ilusiones… me llevaba unos años, pero me enseñaba cada día, ya sea en el diario como fuera de él… lo recuerdo también en aquél bodegón de calle Brown y Alvear cuando nos llevaba a cenar tarde tras un cierre y llamaba a su querido amigo el “Vasco” para reservar una mesa… y también lo recuerdo por su amor por nuestro querido Boca!!! Los dos fanáticos, felices en aquella época de Bianchi en la que ganamos todo, y cómo olvidarme de aquella noche soñada cuando los eliminamos de la Libertadores por penales y los dos solos nos abrazamos mientras el resto (sí, porque coincidíamos con que el resto es anti Boca) hinchaba por ellos.
Siempre me apoyó, siempre me escuchó, siempre me alentó a ir por más. No hace mucho, quizás 1 año atrás, me lo crucé en la calle: le dí un abrazo, cruzamos unas palabras y dijimos que nos quedaba pendiente algún café o asadito juntos, quizás un reencuentro con aquella banda increíble que nos iniciamos en El Ciudadano.
Hoy me enteré de tu partida… fue un golpe al corazón… hoy estás con tu entrañable amigo Jorge, mi maestro Jorge, quizás compartiendo una copa juntos y mirando cómo sus “pollos” han crecido. Gracias por todo lo que me enseñaste querido Ricardo “Nene” Casali.