Hace años que la economía argentina viene en declive y eso se traduce en golpes y más golpes para el bolsillo del ciudadano común. La inflación y los tarifazos significan menos dinero en el bolsillo y menor poder adquisitivo.
Por eso, el argentino se ve forzado a recortar gastos por donde pueda. Los primeros achiques siempre pasan por el lado del ocio: cambiar cine por una película en casa, menos cenas en bares y más tardes en el parque.
Luego llega el momento de reducir gastos fijos: cancelar suscripciones, dejar el gimnasio o un deporte, o darse de baja de una cochera. A su vez, los consumidores buscan mejores precios: cambian primeras marcas por segundas o hasta terceras, compran pollo en vez de carne o cerdo y consumen menos lácteos.
CLG salió a la calle a preguntarle al rosarino qué dejó de hacer o qué cambió en su vida cotidiana por la crisis económica que aqueja a la Argentina.
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