Por José Luis Patiño (*)
La ciencia y la tecnología atraviesan todos los campos de la política, por lo que cada vez es más necesario, en el debate parlamentario, contar con información objetiva y de calidad basada en evidencia científica.
Aunque pocos diputados provienen del ámbito de la ciencia y la tecnología, todos deben tomar con frecuencia decisiones políticas sobre cuestiones científicas o tecnológicas de gran impacto para la sociedad.
El desconocimiento de ciertos temas generalmente lleva al rechazo, y la incertidumbre sobre las consecuencias puede llevar a la indecisión. Por otra parte, los legisladores también pueden ser permeables a mitos e información falsa o incompleta, lo que puede llevarlos a tomar decisiones equivocadas.
En mi paso por el Congreso de la Nación hemos tratado muchos temas complejos y controvertidos, como el uso medicinal de cannabis o cuestiones vinculadas al medio ambiente o la edición genética. En todos los casos los presidentes de las comisiones suelen convocar a expertos, pero muchas veces con un criterio sesgado que solo refuerza posiciones políticas previamente tomadas.
Para hacer frente a esta situación, varios parlamentos del mundo cuentan con oficinas de asesoramiento científico y tecnológico con el fin de proveer información a sus diputados y senadores. La primera oficina de este tipo se creó en 1972 en Estados Unidos y se denominó Oficina de Evaluación Tecnológica (OTA). Posteriormente, Alemania y Austria también crearon las suyas. En Francia existe la Oficina Parlamentaria de Ciencia y Tecnología, al igual que en el Reino Unido (Parliamentary Office of Science and Technology – POST). En julio de 2015 México creó la Oficina de Información Científica y Tecnológica para el Congreso de la Unión.
En nuestro país, en un contexto de reducción de las estructuras del Estado, esta información basada en evidencia científica puede obtenerse de manera eficiente estableciendo vínculos con universidades, institutos y otros organismos del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. También puede lograrse a través de la diplomacia científica y el monitoreo permanente del conocimiento generado en la comunidad científica y tecnológica internacional.
Con estas premisas, en agosto de 2017 recibimos al Embajador británico Mark Kent y la doctora Lydia Harriss, quien se desempeña en la Oficina Parlamentaria de Ciencia y Tecnología del Reino Unido (POST). A partir de ese momento comenzamos un proceso de cooperación que se materializó en la Asesoría Parlamentaria de Información Científica y Tecnológica que coordino, y una mesa de trabajo integrada por la Dirección de Información Parlamentaria, la Biblioteca del Congreso, el Instituto de Capacitación Parlamentaria, la Dirección de Servicios Médicos y la Dirección de Diplomacia Parlamentaria. El objetivo principal de esta mesa de trabajo es articular los recursos disponibles en la Cámara de Diputados para evitar de esta manera la creación de una nueva estructura burocrática.
Durante este año se realizaron diferentes encuentros donde científicos y tecnólogos de diferentes universidades y centros de investigación expusieron sobre temas como el futuro del trabajo, biotecnología, Internet de las cosas, alternativas a la experimentación con animales, criptomonedas, gestión de datos, ciberseguridad y gobernanza de Internet. Adicionalmente, se realizaron informes breves con información sobre estos y otros temas de interés, para que llegado el momento los diputados cuenten con una misma base de conocimiento, más allá de que después decidan según sus ideas y convicciones.
Para que se entienda mejor: esta iniciativa no tiene por finalidad intervenir en las políticas que rigen el desarrollo científico y tecnológico nacional, sino que, a la inversa, propone que la sanción de leyes estén basadas en evidencia científica.
La vinculación entre estos dos ámbitos es una tendencia que crece en el mundo. Recientemente en España se lanzó la iniciativa Ciencia en el Parlamento con una fuerte impronta de la sociedad civil y gran compromiso de la comunidad científica. En este sentido, nuestro próximo paso será articular con las instituciones que promueven iniciativas afines, conformando una Red por la Ciencia en el Congreso que tenga por objetivo agregar valor al debate parlamentario y apoyar la creación de políticas desde una perspectiva científica.
(*) Responsable de la Asesoría Parlamentaria de Información Científica y Tecnológica. Comunicador científico y tecnológico. Ex diputado nacional por el PRO.