Un 17 de octubre de 1951 una imagen fija de Evita fue el comienzo oficial de la TV en el país. Hoy ese momento cumple siete décadas
Por Héctor Puyo – Télam
El momento tiene carácter mítico, porque no existen -que se sepa- documentos tangibles sobre el hecho aunque algún sobreviviente de esa época jure que fue cierto: el 17 de octubre de 1951, hace 70 años, una imagen fija de Eva Perón inauguró de modo oficial el servicio de televisión en la Argentina.
No era una toma en vivo, aunque esa misma tarde Evita ofreció, desde el tradicional balcón peronista de la Casa Rosada y pese a su enfermedad, un fogoso discurso en la sexta celebración del Día de la Lealtad. Pero aquel hecho inicial marcó al nuevo medio de comunicación con un aura plebeya, ya que aparecía «esa mujer» ajena a los héroes oficiales del panteón nacional y al mismo tiempo amada por las grandes mayorías de trabajadores y de gente humilde en que se espejaba.
Pocos concurrentes a la concentración peronista en la histórica Plaza supieron que Enrique Telémaco Susini -pionero también de la radio en 1920- y el empresario Jaime Yankelevich, entre otros, iniciaban una nueva historia con sus cámaras de TV ubicadas en el segundo piso del Banco Nación.
Estaban unidas por un primitivo cable coaxial hasta el edificio del entonces Ministerio de Obras Públicas, emplazado en la Avenida 9 de Julio, en cuya azotea los porteños y porteñas habían visto crecer durante meses la gigantesca antena encargada de emitir el nuevo portento.
Según las crónicas, las primeras voces que se escucharon como fondo a las imágenes fijas de Evita y el general Juan Domingo Perón, fueron las de Julio Bringer Ayala, Fito Salinas, Daniel Alfonso Luro, Ignacio de Soroa y Juan José Piñeyro, a través del audio de Radio del Estado, y, ya con imágenes de la concentración, del actor Iván Grondona.
Si bien hubo comunicaciones entusiastas que festejaron que la transmisión fuera captada con nitidez hasta 150 kilómetros de distancia, la prensa diaria, en su mayoría opositora al gobierno, le dio poca relevancia y se limitó a publicar algún suelto informativo.
Por otra parte, eran muy pocos los receptores existentes en el país, algunos importados por familias pudientes y la mayoría exhibidos en los negocios de artículos para el hogar, ante cuyas vidrieras se apostaban multitudes que colmaban las veredas y llegaban a interrumpir el tránsito, un hecho que sí sorprendió a los diarios.
La emisora tenía el nombre oficial de TV LR3 Radio Belgrano y sus estudios estaban ubicados en Ayacucho 2071, un ámbito que pertenecía al Hotel Alvear, desde donde en los días siguientes reinó una errática improvisación que, en horarios determinados -no se emitía en continuidad-, arrastraba el estilo de la radio y constaba de saludos y momentos de humor por figuras populares, números musicales y esbozos de publicidad.
La inauguración oficial fue el 4 de noviembre y se cuenta que los informativos que leía a cámara Daniel Alfonso Luro -carnet número 1 de la Sociedad de Locutores- eran los mismos de Radio Belgrano; la programación se completaba con figuras como Margarita Padín, Sofía Bozán, Fernando Ochoa, folcloristas, grupos de ballet y el elenco de La Pandilla Marilyn.
Las condiciones técnicas distaban mucho de lo que es hoy apreciar una emisión televisiva: se veía en blanco y negro en pantallas mínimas de ángulos muy redondeados, en las que solían producirse «lluvias» y el conocido efecto «fantasma», que perseguía a las figuras en movimiento por varios segundos.
En los hogares era necesario girar la antena ubicada en el techo para orientarla hacia el punto adecuado y obtener una buena visión: por lo general, para esta operación se necesitaban dos personas, una que movía el soporte de la antena y otra debajo, con el televisor a la vista, que le daba indicaciones.
Un nombre importante en el nacimiento de la TV argentina fue el de Jaime Yankelevich, propietario de Casa Yankelevich, en el barrio porteño de Constitución, dedicada a vender receptores desde los comienzos de la radio y quien entró en colisión con el gobierno peronista cuando debió vender su emisora Radio Belgrano en 1947, aunque de hecho fue su director hasta su muerte, en 1952.
En 1949 murió en Estados Unidos su hijo Miguel, fanático del nuevo medio y quien lo había inducido a importar los equipos necesarios para instalarlos en la Argentina. El empresario presentó el proyecto a las autoridades nacionales y se afirma que lo acompañó con la frase: «A mí no me interesa todo el dinero que haya que invertir en este proyecto, cualquier cantidad de millones sería poca».
Yankelevich los trajo en barco desde el país del norte y en septiembre de 1951, el Ministerio de Comunicaciones comunicó a los directivos de LR3 que las pruebas de ajuste y calibración de los equipos estaban aprobadas, y que el 17 de octubre se salía al aire desde Plaza de Mayo por «expreso deseo de la señora Eva Perón», a quien Yankelevich había respaldado en sus principios como actriz.
El empresario trajo un equipo transmisor marca Bell, tres cámaras Dumont y la antena emisora de polarización horizontal de 50 metros, finalmente montada sobre el edificio del MOP.
Pese al dolor subyacente por la grave enfermedad que sufría Evita y cuyo desenlace se consideraba inminente -era la época del fatídico «Viva el cáncer»-, el nacimiento de la TV y la efervescencia política sostenían al país en un estado de euforia: el 11 de noviembre de ese año las mujeres argentinas votaron por primera vez gracias al empuje de la Abanderada de los Humildes y Perón obtuvo una amplia mayoría con el 62.5 por ciento de los votos.
El fútbol no podía estar ausente de las pequeñas pantallas y el domingo 18 de noviembre se televisó por primera vez en la Argentina un partido, entre San Lorenzo de Almagro y River Plate, auspiciado por YPF y con los precarios equipos técnicos de que se disponía ubicados en el Gasómetro de la avenida La Plata.
Según una publicación de la época, la transmisión contó con los relatos de Ernesto Veltri, locutor radial que se inició junto al periodista Félix Daniel Frascara, y los comentarios correspondieron al uruguayo Enzo Ardigó, una voz tradicional de la radiofonía de la época y que con los años se hizo popular en las transmisiones de Radio Rivadavia junto a José María Muñoz.
A la cabeza técnica del acontecimiento estuvo Nicolás del Boca -futuro padre de Andrea- y nombre importante del medio, donde cumplió meritoriamente toda clase de tareas hasta su deceso en 2018: en la ocasión estuvo a cargo de una de las tres pesadas cámaras -las mismas que habían estado en Plaza de Mayo-, junto a las 60.000 almas que poblaban la cancha.
San Lorenzo formó aquel día con Mirko Blazina, Antonio Martínez, Oscar Basso, Angel Zubieta, Doroteo Cívico, Osvaldo Fontana, Ernesto Picot, José Maravilla, Juan Benavídez, Armando Farro y Oscar Silva, mientras que para River jugaron Amadeo Carrizo, José Ramos, Norberto Pacha Yácono, Lidoro Soria, Julio Venini, Héctor Ferrari, Santiago Vernazza, Juan José Pizzutti, Walter Gómez, Ángel Labruna y Félix Loustau.
El partido terminó empatado 1 a 1 y en el estadio muchos no advirtieron la presencia de las cámaras -dos al final de la tribuna, sobre cada arco, y la tercera sobre un lateral de la cancha- y los técnicos tuvieron dificultades para trabajar dada la concurrencia, pero esa fecha histórica quedó inscripta como la primera en su tipo en Sudamérica, ya que la Argentina era el único país en la zona que poseía televisión.