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No se trata de un problema

“Hablar mal de los inmigrantes es una estrategia para ganar votos”


Robenson Glesile tiene 33 años, es haitiano y hace siete años que vive en la ciudad. En diálogo con CLG mostró su preocupación por el endurecimiento de las políticas migratorias

Por Diego Carballido

En los últimos días, situaciones en diferentes provincias pusieron en  discusión nuevamente el tema de la inmigración. Rosario, desde hace varios años, alberga a una gran cantidad de inmigrantes que ya forman parte de la ciudad y que dejaron de ser turistas o estudiantes de paso.

Robenson Glesile tiene 33 años y es haitiano. Desde hace siete años vive en la ciudad, trabaja en una pizzería, está terminando sus estudios de profesorado de francés y suele brindar charlas en instituciones educativas sobre inmigración. «Siempre se intenta simplificar la vinculación de los haitianos con la Argentina a causa del terremoto que ocurrió en nuestro país, pero ya ha pasado mucho tiempo de eso.  Hoy existen muchos haitianos que ya votan acá y tienen establecidas sus vidas en este país» aclaró Robenson en diálogo con  CLG.

La realidad económica de los últimos años en Haití produjo un éxodo de alguno de sus compatriotas principalmente a EE.UU., Canadá y Bélgica, pero “desde hace unos años también surgieron destinos como Brasil, Chile o la Argentina” explicó Robenson en un fluido español que todavía guarda un dejo de acento extranjero. Su llegada a la ciudad fue a causa de un amigo que ya estaba viviendo acá y lo ayudo en las tramitaciones necesarias para residir en el país. Una cuestión que se fue modificando en el último tiempo  porque «desde al año pasado nos exigen un visado a todos los haitianos y se establecieron requisitos que un porcentaje muy pequeño de la población de mi país podrá cumplir. Como, por ejemplo, tener una cuenta bancaria  y probar que se tiene un trabajo en blanco, algo que no es tan común allá» advirtió Robenson y según su análisis  es un fenómeno que se replicó en todos los países de la región latinoamericana. “Lo vemos como una manera de detener la llegada de otros haitianos”.

Robenson también tiene un programa de radio, junto con otros inmigrantes, llamado «Uniendo fronteras» todos los viernes y domingo de 17 a 19hs por FM 88.9 Gran Rosario. “Es un programa multicultural con participantes de Perú, Venezuela, México, Haití y Argentina, donde hablamos de las diferentes culturas” amplió, porque «cuando podes hablar con las personas conoces más sobre su cultura y no te quedas solamente con tu mirada. En Haití somos un país pobre, pero tenemos una historia  constituida por  un pueblo fuerte que siempre luchó».

El Ser argentino

Robenson se define como un estudioso de la idiosincrasia nacional y por eso, siempre que su trabajo se lo permite, viaja a través del país para conocer las diferentes realidades de las provincias. «Tenemos muchas diferencias culturales. Allá somos un poco conservadores y en Argentina se vive un poco más libre. Me llamó mucho la atención la primera vez que vi a dos personas dándose un beso en la calle. Parece un gesto sencillo, pero simbólicamente significa mucho que dos personas se demuestren cariño en plena calle, algo que en mi país no se suele ver» compartió.

A pesar de que nunca le tocó vivir una situación de zozobra por su condición de extranjero, Robenson contó entre risas que recién «cuando llegue acá, me di cuenta que era negro» al convertirse, en muchas ocasiones, en la única persona de color en llegar a un determinado lugar y ser producto de algunas miradas.

«Cuando empecé a estudiar y conocer un poco más sobre la sociedad argentina, comprendí que la palabra negro tiene otras connotaciones y no se refiere solo al color de la persona, sino se utiliza para llamar a la persona pobre o que vive en una villa miseria y se la asocian a la delincuencia» compartió, y explicó que prefiere presentarse como “negro” para evitar adjetivos como “moreno” o “persona de color” que no tienen, para él, ningún significado. Sin embargo, aclaró que «aún me cuesta entender los diferentes significados que le dan a esa misma palabra».

No es un problema 

«Muchos políticos generan un falso debate, y se culpa al inmigrante de aprovecharse del trabajo o del sistema de salud de un país. Cuando en realidad, por ejemplo en Rosario, según datos oficiales las consultas de inmigrantes en hospitales públicos no llegan al 2% entre residentes y personas que solo están de paso por el país. Por lo tanto, no representamos un peso para el sistema, sin embargo se instalan ideas como que los argentinos deben pagar ese gasto y no se explica que nosotros también aportamos. Cuando aumenta el boleto de colectivo, la boleta de la luz o la comida nos afecta también a los inmigrantes, no estamos exentos de pago, por lo tanto significa que también aportamos. Desde lo cultural sin duda que se produce un aporte, pero desde lo económico también» reflexionó Robenson buscando contra argumentar las voces que muchas veces se instalan a nivel social que intentan encontrar la causa de los problemas en el país en la llegada de extranjeros.

«Hablar mal de los inmigrantes es una estrategia para ganar votos. Como sucedió en EE.UU y en Italia. Hablar de nosotros se utiliza para ocultar los temas importantes, porque los verdaderos problemas de la Argentina son otros. Pero estas actitudes generan odio y xenofobia dentro de la sociedad» amplió.

Según su propia experiencia: «Hubo un cambio bastante fuerte en los últimos años. En lo personal, no me molesta la opinión pública, pero sí creo que se torna peligroso cuando son las autoridades oficiales las que están tratando de manipular esa opinión en contra de los inmigrantes. Por ejemplo, asociar delincuencia e inmigración es algo que en Argentina no tiene relación y existen datos contundentes que lo prueban. La Ministra de Seguridad arrojó datos incompletos al declarar que el 20% de la población inmigrante tiene problema con la justicia, cuando en realidad solo el 7% de la población carcelaria es de origen inmigrante. Y si lo llevamos a la totalidad de extranjeros en el país, este grupo solo representa menos del 1%. Por lo tanto, se manejan datos incompletos para manipular la opinión pública y eso es un hecho peligroso para una sociedad».

Para Robenson: «En un contexto donde existe  un malestar en la población por la falta de trabajo, cuando se le comparten esos datos se busca ubicar al inmigrante como el responsable de la desocupación o la delincuencia, y los números comprueban que eso no es cierto».