La gripe estacional es un problema grave de salud pública que puede ser causa de enfermedad grave y muerte en poblaciones de alto riesgo, siendo vacunarse todos los años la forma más eficaz de prevenirla.
Hay vacunas seguras y eficaces que se vienen utilizando desde hace más de 60 años.
Los Centros para el Control de las Enfermedades de los EEUU (CDC) recomiendan que la vacuna debe ser aplicada a todas las personas en forma universal a partir de los 6 meses de edad.
«Todos deberíamos vacunarnos contra la gripe independientemente de la edad o los grupos de riesgo, ya que la vacunación no sólo protege a quien se vacuna sino también protege a los que lo rodean, incluidas las personas que tienen una mayor vulnerabilidad a sufrir una enfermedad grave a causa de la gripe, como los bebés y los niños pequeños, los adultos mayores y las personas con afecciones crónicas», señaló Constanza Funes, médica pediatra.
Según las recomendaciones del Ministerio de Salud de la Nación, las personas con prioridad para vacunarse, que componen los grupos de riesgo son tanto el personal de la salud como embarazadas, niños de 6 meses a 2 años (quienes según sus antecedentes de vacunación pueden necesitar dos dosis separadas por al menos 4 semanas), niños y adultos con enfermedades respiratorias, cardíacas, congénitas o adquiridas como también trasplantados y personas obesas.
Asimismo, personas mayores a 65 años, diabéticos y quienes padezcan insuficiencia renal crónica en diálisis, entre otras.
El primer paso y el más importante para prevenir la influenza es la vacunación anual.
La vacunación debe realizarse todos los años ya que los virus van cambiando. Los virus de la gripe incluidos en la vacuna son seleccionados cada año por la OMS según los datos de vigilancia que determinan qué virus están circulando y los pronósticos sobre los virus que quizás sean los más comunes durante la próxima temporada.
Los CDC también recomiendan tomar medidas preventivas diarias (como mantenerse alejado de las personas que están enfermas, cubrirse la boca y nariz al toser y estornudar y lavarse las manos con frecuencia) para ayudar a disminuir la propagación de microbios que causan enfermedades respiratorias (nariz, garganta y pulmones), como lo es la influenza.