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Gran tristeza y una profunda desolación: lo que deja el agua a su paso


Colchones, camas, armarios, heladeras, lavarropas, mesas, sillas, paredes. Cosas que una inundación se lleva y no devuelve

Por Santiago Ceron – enviado especial a Vera

Colchones, camas, armarios, heladeras, lavarropas, mesas, sillas, paredes. Esas son las cosas que una inundación se lleva y no devuelve. Y esa es la situación que se está viviendo en el norte santafesino. Familias que se ven obligadas a abandonar sus casas al verse rodeadas por el agua y otras que, a pesar del anegamiento, eligen no irse por miedo a que les roben lo poco que tienen.

CLG se dirigió hacia Vera, localidad santafesina que vive en carne propia la crítica situación hídrica que tiene en vilo a la población. Allí se pudo ver de cerca la desoladora situación de familias enteras que pierden todo por el agua y tienen que volver a empezar de cero, con todo lo que eso conlleva.

Caminar las calles de una ciudad inundada llena a una persona de congoja, porque significa ver y sentir una realidad a la que muchos no están acostumbrados. Calles que parecen ríos, patios que parecen lagos y casas que quedan arruinadas tras el paso del agua.

La enorme cantidad de agua caída en el norte de la provincia afectó a cientos de poblados, pero siempre los más afligidos son los que menos tienen. Sin desagües, sin cloacas e incluso sin zanjas, las villas y los barrios humildes son los más desprotegidos.

Pero el problema no es sólo el agua, porque con ella vienen otras cosas: Walter, un vecino del barrio Itatí afectado por la inundación, contó que en esa zona prácticamente todas las casas tienen pozo ciego. Por eso, cuando las lluvias son intensas, éstos desbordan y el agua arrastra heces y desperdicios hacia el interior de las viviendas afectadas.

«Estábamos durmiendo la siesta y mi señora me despierta para decirme que estaba entrando agua. Cuando me doy vuelta había casi medio metro de agua dentro de la casa que estaba por tocar el colchón», relató Walter.

«No es la primera vez, toda la vida paso lo mismo y va a seguir pasando», aseveró. «Prácticamente vivimos en un pozo negro, tengo nueve hijos y no los puedo traer acá», contó, acongojado.

Sin lugar a dudas las áreas humildes fueron las más afectadas en la ciudad de Vera. Barrios como Triángulo, Cementerio, Itatí o Tiro Federal se vieron azotados por el temporal y muchas familias tuvieron que dejar sus casas.

Nilda es una vecina del barrio Triángulo que vive sola con sus cuatro hijos, todos menores de 11 años y dos de ellos discapacitados. Contó que el agua había entrado en su casa pero que decidió quedarse «para que no nos roben». Cuando las lluvias pararon y el agua bajó se encontró con las consecuencias: su único armario inutilizable y su baño completamente destruido.

«Tengo a toda mi familia en Santa Fe y en Córdoba y cuando mi marido no está no tengo a nadie que me ayude», contó una Nilda muy consternada.

Estos son algunos de los tantos testimonios que dejaron y dejan las inundaciones en el norte santafesino. La localidad de Vera tan sólo es una de las afectadas, y lejos está de ser la más complicada. De todas maneras, el desastre igualmente llegó a esta pequeña ciudad de 20 mil habitantes.

Todavía queda mucho verano por delante y, a pesar de que el pronóstico da buenas señales, personal de Bomberos, Defensa Civil y de todas las instituciones que trabajan para ayudar a los afectados, están preparados para seguir combatiendo los embates de las lluvias y los anegamientos.

Por su parte, los más necesitados siguen siendo los más dañados por las inundaciones, sin importar las obras y las campañas que se hayan hecho en su nombre.