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Grabois: «Francisco tomó la banderas de Tierra, Techo y Trabajo y las puso en la agenda mundial»


El dirigente de Patria Grande y miembro del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral de la Santa Sede presentó su libro "Los Peores"

Por Hernán Reyes – Télam

El dirigente de Patria Grande y miembro del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral de la Santa Sede, Juan Grabois, aseguró que el papa Francisco «tomó las banderas de Tierra, Techo y Trabajo» que impulsan los movimientos populares de todo el mundo para izarlas «en la colina del Vaticano» y ponerlas «en la agenda mundial», y consideró que las denominadas «tres T» son «una propuesta de reafirmación de derechos pero también un programa político-social».

«Francisco toma de forma dialéctica una bandera de Tierra, Techo y Trabajo que venían trabajando los movimientos populares de todo el mundo, pero sobre todo latinoamericanos, para renovarla, izarla en la colina del Vaticano y ponerla en la agenda mundial», destacó Grabois en una entrevista con Télam en Roma, al cerrar una gira de presentación de su libro «Los Peores» por la que recorrió Italia, Portugal y España.

«Esto de llevar esta bandera desde las periferias al centro lo hace en la medida de sus posibilidades, porque lamentablemente tampoco es que todos los obispos del mundo han tomado eso», analizó el también precandidato presidencial del Frente de Todos, que durante las presentaciones estuvo acompañado por exponentes sociales y políticos de esos países, como el expremier italiano Giuseppe Conte, el diputado español Rafael Mayoral o la diputada portuguesa Mariana Mortagua.

Para Grabois, «de hecho, el magisterio que está presente en sus discursos, en las cartas que mandó a los movimientos, en otras homilías, en exhortaciones y en sus encíclicas no se estudia, no se conoce como se debería».

Grabois, exponente de los movimientos populares que se reunieron de forma presencial tres veces con el Papa y que también recibieron mensajes del pontífice por escrito en 2019 y en video en 2021, consideró que el recorrido hecho desde el primer encuentro en 2014 «fue un proceso lindo y natural».

«Cada encuentro terminaba con un documento de los movimientos que Francisco recibía y su discurso era una devolución a ese documento, que era incorporado a las palabras del Papa», puntualizó.

Días después de cumplirse la primera década de Jorge Mario Bergoglio como Papa, Grabois opinó que en estos diez años «Francisco volvió a poner en el centro lo que nunca debió estar fuera de las preocupaciones del pensamiento y de la obra de la Iglesia y de todo los que nos consideramos parte de la tradición cristiana».

Así, para el abogado y profesor universitario, «los descartados, los oprimidos, los pobres de su tiempo fueron los mejores amigos de Jesús, sus favoritos. Algunos fueron sus discípulos y a otros en su vida los tocó para curar sus enfermedades, para alimentarlos, para devolverles la vista o reivindicarlos frente a la humillación social. Eso es el Evangelio en su estado puro, y la recuperación de la esencia evangélica es uno de los grandes logros de Francisco».

Para Grabois, sin embargo, «esto es algo que debería ser normal, porque es el puro Evangelio, y si llama la atención es por lo distorsionada que está la escala de valores en la tradición humanista».

En estos nueve años de pontificado, los tres encuentros presenciales y los discursos del Papa significaron para el dirigente social «el proceso de reafirmación de los derechos de los excluidos, que es el proletariado de nuestro siglo, los cabecitas, los peores, los que cargan con todos los estigmas».

«Y caminar juntos en ese proceso de reafirmación que tiene un elemento también de recuperación de la autoestima, del amor propio y comunitario que también es un elemento central. Porque cuando Jesús dice en el principal mandamiento ‘amar al prójimo como a ti mismo’ requiere también una valoración de uno mismo que es lo primero que le quieren robar a los de abajo, que es su autoestima. Y esa autoestima se recupera a través de la organización y de la comunidad», propuso.

Así, «y como Bergoglio ya tenía un recorrido importante con los sin tierra, sin techo y sin trabajo, con cartoneros, empresas recuperadas o movimientos sociales de desocupados, fue natural seguir caminando juntos cuando fue elegido Papa porque ya veníamos así», explicó Grabois.

«Creo que Francisco por esa apertura aprendió el significado de la economía popular, la posibilidad de mejorar las condiciones laborales de los trabajadores excluidos en su propia actividad, es decir que el cartoneo no es una actividad que necesariamente cristaliza la pobreza, sino que puede cooperativizarse y transformarse en una actividad ambiental socialmente productiva y que permite un ingreso económico decente para los trabajadores», resaltó.

«Todo eso en un hombre de otro siglo, formado en el siglo XX en la época del pleno empleo como él ha dicho. Que tenga la apertura para eso es milagroso», agregó.

Para Grabois, en definitiva, las denominadas «tres T» que han popularizado los movimientos junto al Papa «llevan dentro un proceso de transformación de la matriz agraria, urbana y laboral en todo el mundo».

«Esa idea de ninguna familia sin techo, ningún trabajador sin derechos y ningún campesino sin tierras implica un proceso de reformas muy profundo en un sistema económico en el que se idolatra el dinero y la maximización de las ganancias y que lleva a la concentración de la tierra, del mercado inmobiliario y de los medios de producción que se van tecnificando y ponen la tecnología al servicio de la ganancia y no de la realización del ser humano», desarrolló.

Así, según el referente de Patria Grande, «esa concentración tiene como correlato el descarte, y para luchar contra eso hay que luchar contra intereses muy grandes. No se puede terminar con la cultura del descarte sin cambiar el modelo de producción-consumo que la crea».

«Por ejemplo, para llevarlo a parámetros europeos, en Lisboa, cuando presenté el libro, me refirieron que hay una gran crisis habitacional por el precio de los alquileres, que es igual a lo que gana mucha gente. Y hay una forma de luchar contra eso que es ponerle un máximo, un techo, al precio de los alquileres por metro cuadrado, mientras se amplia el parque habitacional como plantea la diputada Moritagua o expropiar los inmuebles ociosos como se planteó en Berlín ¡en Berlín, no La Habana! Y se obtuvo una aplastante mayoría en el Referéndum», recordó.

«Pero a los que planteen estas cosas los van a tildar de comunistas o pobristas como le dicen al Papa y a muchos de nosotros, sin hacer ninguna propuesta alternativa, esto es así porque están defendiendo intereses de un sector olvidando completamente a otro», afirmó.

Según Grabois, «lo mismo sucede con el salario complementario universal para que todos los trabajadores, incluso los que hoy están en la informalidad, tengan derechos o cualquier esquema de reforma agraria y redistribución de la tierra para la soberanía alimentaria, que le pone los pelos de punta a latifundistas y empresas extractoras sean mineras, petroleras, del monocultivo transgénico, en general industrias altamente contaminantes».