Prácticas, económicas y accesibles, son una nueva forma de llevar la pasión del arte culinario a la calle
Por Gonzalo Santamaría
Las formas que los negocios gastronómicos eligen fueron cambiando. Hace algunos años en Rosario se implementaron los food trucks, que fueron contando con una gran aceptación de la gente. Ahora, en la ciudad se impone una nueva: llegan las food bike.
Allá por el 2015 aparecieron las primeras. La ciudad de Mendoza fue la impulsora de esta nueva forma de trabajar para el rubro gastronómico, que le agrega sustentabilidad ecológica y económica. Se trata de una especie de triciclo: en la parte delantera llevan la mesada para realizar los trabajos de cocina, que es empujada por una bicicleta tradicional.
En la ciudad, uno de los primeros emprendedores que se animó a la cocina en tres ruedas fue Damián Arancón, creador de Food Bike Eventos. Esta nueva iniciativa ya está fijada en Buenos Aires y el emprendedor espera que en Rosario tenga la misma aceptación.
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Administrativo en una mutual, con 38 años Arancón se animó a este proyecto que vio por primera vez en la Fiesta de la Vendimia del 2017. Desde ese entonces intentó incursionar en esta forma sustentable de trabajo ya que, como él mismo lo reconoce, “no pago seguro, nafta ni patente. Lo único es el esfuerzo físico”.
Comenzó a fines del 2018 con los primeros viajes desde el barrio Carlos Casado hasta los Silos Davis. Frenaba allí la bicicleta de 80 kilos netos y arrancaba la preparación de los famosos “hot dogs”, grillados y con salsa.
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“Me gusta la onda”, definió Arancón, que admitió no ser “un fanático” de las bicicletas y encontró en ellas una alternativa laboral. “Uno se mueve diferente, te podes mostrar en otros lados como casas o locales con patios en el fondo”, explicó, y agregó con gracia: “Solamente tengo que saber cuánto mide la puerta”.
Además, el emprendedor gastronómico aceptó que disfruta del “trato con la gente”: “En los Silos hablaba con los cuidacoches. Uno tiene un prejuicio, pero eran mis primeros clientes, se sentaban y charlábamos”.
Durante sus primeros días comenzaba la jornada a las 19, y la misma duraba hasta la medianoche. Luego, con la experiencia de los días y con el agregado de la pastelería, su horario viró hacia la tarde: “Iba a las 16 y me volvía a las 22”. Confesó su fanatismo por los food trucks y pudo participar de un evento organizado en Funes en diciembre: “De ahí empecé con los eventos también”. Otra utilidad de este sistema, que no contamina, es en forma de exhibidora.
En sus comienzos sirvió sus productos en un casamiento y allí la gente se fascinó: “Me pedían fotos”, manifiesta. Justo allí se acercó un vecino curioso y aparecieron las preguntas: “’¿Dónde la compraste?’ ‘¿Para qué la usas?’ ‘¿Qué se puede cocinar?’”.
Hecha en su totalidad de madera, Damián se fue hasta Buenos Aires a comprar la bicicleta a medida. En julio de 2019 el precio de éstas ronda los 60 mil pesos.
Repasando las bondades de esta modalidad se pueden observar la practicidad, la sustentabilidad y el rédito económico. “Es versátil, podés hacer cualquier cosa. Puedo hacer una paella ahí”, sentenció.
Puntualizando meramente en la economía del negocio, fue contundente: “No tiene costo, sólo la garrafa. Si no tengo nada, no gasté nada. Al costo que le saqué no le tenía que agregar empleados, ni nafta, ni patente, ni batería, ni cánones”. Pero también aclaró: “Tengo más ganancias, pero también más esfuerzos”, y recordó los más de 6 kilómetros en los que pedaleaba la bicicleta que puede llegar a los 110 kilos “cargada”.
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Además de incursionar en esta nueva, propuso llevar comida vegana o vegetariana en su food bike. “La gente piensa que lo vegano es feo, pero cuando lo prueban se dan cuenta de que está buenísimo”.
Con un simple lustrador la mantiene brillante. El tren delantero no se separa del cuadro de la bicicleta que con su rodado 26 y la facilidad del freno a contra pedal, hacen de este modo gastronómico algo novedoso.
Llegaron las food bikes a Rosario. Sustentables, prácticas, económicas y accesibles, son una nueva forma de llevar, como lo hace Damian Arancón, la pasión del arte culinario a la calle, todo en conjunto con una nueva forma laboral.