Por Daniel Sabsay*
La designación de nuevas autoridades en la Corte Suprema implica un hito, en primer lugar, por la trascendencia que importa, en segundo por la difusión y por la situación tan particular por la que atraviesa la relación entre los miembros de la Corte.
Pero antes que nada quiero resaltar algo que siento que es un signo de los tiempos. Hace muchísimos años que la Corte Suprema no tiene miembros designados por tres presidentes diferentes y eso se produce porque una vez terminada la tan criticada decisión de Carlos Menem de ampliar el número de miembros de la Corte, cuando eso se reduce y se hicieron los nombramientos hace casi 20 años, se fueron renovando de manera natural, que es como debe ocurrir.
Y así tenemos que el doctor Juan Carlos Maqueda fue designado por Eduardo Duhalde, Elena Highton de Nolasco y Ricardo Lorenzetti fueron designados por Néstor Kirchner y los últimos Carlos Rosenkratz y Rosatti por Mauricio Macri.
No podemos dejar de destacar el penoso modo como finalmente se concreto la decisión, con una fractura explicita. Es muy triste que los dos miembros que no acompañaron la decisión no se hayan al menos abstenido formalmente luego de una discusión en el plenario.
Debo decir que el doctor Rosatti es tal vez una figura deseable para esto: es de origen peronista y desde el Peronismo, principalmente Cristina, no han dejado de expresar la falta de confianza y la critica a Rosatti pero también el ex presidente Macri lo ha criticado, siendo el mismo quien lo designo. Esta equidistancia no puede ser más que bienvenida.
Yo en su momento fui crítico del modo en el que fueron nombrados los dos ministros durante el gobierno de Macri.
Consideré inconstitucional la designación de miembro de la Corte en comisión, pero esto ya pasó, fue saneado y hay que recordar que fueron necesarios siete meses tanto para cumplir con el decreto 222/18 del ex presidente Kirchner de limitaciones de la facultades del Presidente de la Nación en la designación de jueces de la Corte Suprema como también después con los distintos pasos ante el Senado de la Nación incluyendo el coloquio y la discusión de la cual salieron ambos sumamente gloriosos, si se puede utilizar ese término.
Esperan en la Corte ciertos temas de gran voltaje: el primero la gran demora en decidir sobre la constitucionalidad de la ley que regula el Consejo de la Magistratura, que ya fuera declarada inconstitucional por la Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal y que hace ya cerca de seis años que duerme en la Corte.
Yo no dudo de su inconstitucionalidad por la presencia absolutamente abusivos de miembros políticos, lo que ha tenido consecuencias nefastas sobre las designaciones y remociones de jueces.
También espera nada menos que la tracción de fondos de la coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires hace mas de un año, que también fue una decisión inconstitucional y caprichosa para debilitar a un gobierno autónomo como el de Horacio Rodríguez Larreta. Esto se opone al espíritu republicano.
Otro tema que espera es Vialidad, es decir la cantidad de recursos extraordinarios interpuestos por el abogado de la ex presidenta de la Nación Alberto Beraldi, que tiene la pretensión de interferir en el modo de como se esta tramitando un caso, no respetando el orden de las instancias, así que es fundamental que la Corte rechace esos recursos extraordinarios por oponerse a la regulación del recurso extraordinario.
Por último, hay también delitos importantes de lesa humanidad que todavía tienen que ser juzgados y esta, este ya no relacionado con el proceso, el caso Larrabure, del que poco se habla y que es lamentable que todavía los casos de crímenes de lesa humanidad que fueron cometidos durante el Gobierno de Isabelita por la Triple A o por los Montoneros no hayan sido considerados delitos de lesa humanidad a pesar de lo que expresa el estatuto de la Corte Penal Internacional que la Argentina ha ratificado y de la que forma parte.
(*) – Abogado constitucionalista.