Tropas israelíes mataron hoy a tiros a 58 palestinos e hirieron a unos 2.800 durante protestas masivas en la frontera de Gaza contra el traslado, a Jerusalén, de la embajada estadounidense en Israel, en la jornada más sangrienta desde la ofensiva israelí de 2014 en Gaza y desde el inicio de una ola de movilizaciones palestinas, en marzo pasado.
La represión israelí desató una ola de condenas internacionales, y Sudáfrica anunció el retiro de su embajador en Israel «con efecto inmediato hasta nuevo aviso».
En el 70° aniversario de la creación del Estado de Israel y en una muestra de indignación por la reubicación de la embajada, decenas de miles de gazatíes se acercaron a la valla fronteriza con Israel, y cientos prendieron neumáticos y lanzaron piedras y bombas molotov en más de una docena de puntos a lo largo del límite.
El Ejército israelí dijo que sus soldados fueron atacados a tiros en varias zonas, y que manifestantes intentaron atravesar la valla. Agregó que sus tropas mataron a tres palestinos cuando plantaban una bomba.
Aviones y tanques israelíes, además, bombardearon objetivos de Hamas, el grupo islamista que controla la Franja de Gaza
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo en un video proyectado durante la inauguración de la embajada -que tuvo lugar a sólo 45 kilómetros de los disturbios en Gaza- que seguía comprometido con «facilitar un acuerdo de paz duradero» entre Israel y Palestina.
Sin embargo, la matanza en Gaza y las condenas de muchos de los aliados árabes y europeos de Estados Unidos al traslado de la embajada ponen en serio entredicho las ambiciones de Trump de mediar entre las partes y alcanzar lo que una vez calificó del «acuerdo del siglo» para la paz en Medio Oriente.
El presidente palestino, Mahmud Abbas, acusó a Israel de «masacres» y su gobierno pidió protección a la ONU, mientras que Amnistía Internacional (AI) describió la represión israelí como una «violación aberrante» de los derechos humanos y Human Rights Watch denunció un «baño de sangre».
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid al Hussein, dijo que las muertes fueron «impactantes” y «vergonzosas” y que debe haber castigo para los culpables.
La Unión Europea (UE) pidió «contención para evitar más pérdida de vidas», mientras que la primera ministra británica, Theresa May, solicitó «calma y moderación».
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, condenó la «violencia» israelí contra los manifestantes y Alemania pidió a Israel «proporcionalidad» en el uso de la fuerza.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, calificó la matanza de «genocidio», y su gobierno llamó a consultas a sus embajadores en Israel y Estados Unidos.
El Ministerio de Salud de de Gaza informó que 58 palestinos, entre ellos seis menores, murieron por los disparos israelíes en la frontera y 2.771 resultaron heridos. Uno de los menores muertos era una niña, dijo la cartera, citada por la agencia de noticias palestina Maan.
En la ceremonia en la embajada en Jerusalén, el yerno y jefe de asesores de Trump para Medio Oriente, Jared Kushner, responsabilizó del caos a los manifestantes gazatíes.
«Como hemos visto a partir de las protestas del último mes e incluso hoy, los que provocan la violencia son parte del problema y no de la solución», declaró.
Kushner y la hija de Trump, Ivanka, lideraron una delegación de alto perfil que incluyó al secretario del Tesoro y a cuatro senadores republicanos.
En el acto, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, defendió la represión en Gaza y dijo que «todo país tiene obligación de defender sus fronteras».
Las protestas fueron las más multitudinarias desde que los residentes de Gaza lanzaron una campaña, en gran parte organizada por Hamas, contra el bloqueo del territorio -que ya lleva una década-, el 30 de marzo.
El bloqueo de Israel y Egipto, que comenzó en 2007, cuando Hamas tomó la región, ha sumido en la desesperación y la pobreza extrema a los 2 millones de gazatíes, que viven en lo que califican de «la mayor prisión a cielo abierto del mundo».
Los 58 muertos sólo hoy superan a los alrededor de 50 que habían fallecido hasta ahora en siete viernes consecutivos de protestas similares en la frontera con Gaza, igualmente reprimidas por el Ejército israelí.
El Ejército israelí estimó que unos 40.000 palestinos participaron de las manifestaciones, y que esto era menos que la cifra que esperaba Hamas.
El traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén -una promesa de campaña de Trump- indignó a los palestinos, que quieren que el sector este de la ciudad sea la capital de su futuro Estado.
Hamas dijo que las protestas en la frontera continuarán «hasta que los palestinos obtengan sus derechos». La inauguración de la embajada siguió a la decisión de Trump del 6 de diciembre pasado de reconocer a Jerusalén como capital de Israel.
Abbas, que gobierna en Cisjordania, dijo que la nueva embajada equivale a «un nuevo asentamiento estadounidense» en Jerusalén y que esto prueba que Estados Unidos «ya no es un mediador en Medio Oriente».
El momento de los eventos de hoy también fue muy simbólico, ya que fue el 70° aniversario de la creación de Israel. Mañana, los palestinos conmemoran lo que llaman «Nakba», o Catástrofe, en alusión al desarraigo de cientos de miles de personas que huyeron o fueron expulsados durante la guerra árabe-israelí de 1948, que rodeó a la creación de Israel.
La mayoría de los dos millones de habitantes de Gaza son descendentes de refugiados, y la protesta se ha bautizado «Gran Marcha del retorno» a las tierras y hogares perdidos en lo que hoy es Israel.
Israel capturó Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén en una guerra en 1967. Años más tarde se anexionó la Ciudad Santa, sin reconocimiento internacional.
Sólo dos países, Paraguay y Guatemala, han dicho que imitarán a Estados Unidos y trasladarán allí sus embajadas. El resto, incluyendo a Argentina, tienen sus embajadas en Tel Aviv, por considerar que esta cuestión debe ser resuelta por israelíes y palestinos.