Desde el inicio del conflicto, el Papa ha criticado casi a diario la "locura" de la guerra, denunció que en Ucrania "corren ríos de sangre"
Mientras el Vaticano no descarta una visita del Papa a Kiev una vez que se logre un alto el fuego entre Ucrania y Rusia, Francisco busca usar su «soft power» (poder suave) para mediar a nivel humanitario en la que describió como una «guerra vergonzosa» y plantea críticas tanto a los ataques de Moscú como a las sanciones y la política de rearme que impulsan Estados Unidos y sus socios europeos.
«El pedido del Papa desde el inicio fue muy claro: frenen esta guerra, que es una guerra y no una operación especial como ha dicho el presidente ruso Vladimir Putin», planteó en diálogo con Télam el jesuita Antonio Spadaro, director de La Civilta Cattolica, la revista más antigua de Italia y órgano paraoficial del Vaticano.
«Es un mensaje claro, basado en un soft power que tiene el Papa, de raíces profundamente espirituales, que usa sabiendo su impacto moral y global», añadió Spadaro.
Desde el inicio del conflicto, el Papa ha criticado casi a diario la «locura» de la guerra, denunció que en Ucrania «corren ríos de sangre» y condenó la «masacre insensata» dirigida por Moscú, entre sus duras definiciones.
En paralelo a las críticas públicas del Papa al conflicto, el Vaticano ha desplegado desde el comienzo de la agresión rusa una red para contener a los refugiados y buscar una salida humanitaria a las víctimas.
«El Presidente ucraniano Volodimir Zelenski pidió al Papa una mediación diplomática a nivel humanitario y esta exactamente es la tarea de Francisco ahora», precisó Spadaro.
En concreto, además de ayudas y donaciones, Francisco envió a sus responsables de caridad, el cardenal polaco Konrad Krajewski, y de Desarrollo, el checo Michael Czerny, a trabajar en las fronteras de Ucrania junto con la población civil afectada por el conflicto.
Para muchos críticos del Papa, de todos modos, las condenas diarias y el envío de ayuda monetaria y humanitaria no alcanza, y desde ámbitos mediáticos occidentales se reclama con insistencia una visita papal a Kiev.
«Si se dan las condiciones el Papa evidentemente irá. Ama tocar las heridas abiertas, lo hizo en la capital de República Centroafricana, Bangui, en 2015, cuando todavía había conflicto, e irá en julio a Sudán del Sur», argumentó Spadaro.
«Hay una apertura vaticana a la posibilidad del viaje, y la invitación que hizo llegar el intendente de Kiev es un gesto muy importante», argumentó Spadaro.
Según otras fuentes vaticanas consultadas por Télam, la visita del Papa podría materializarse solo cuando haya un cese del fuego o un compromiso de las dos partes de que la presencia del pontífice pueda garantizar una salida pacífica.
«El Papa no hace pasarela: si va es para que su presencia pueda ser de reconciliación y servir», profundizó Spadaro.
Con críticas diarias a la «violenta agresión contra Ucrania», al ataque «deshumano» de Rusia y con reclamos para «cesar la guerra», el Papa ha evitado por el momento mencionar directamente a Moscú en sus discursos.
«Se trata de una posición que busca dejar espacio abierto para la mediación o facilitación del diálogo», explican desde el Vaticano.
La cautela papal por mencionar a Moscú de forma explícita se explica también por la complicada arista religiosa que envuelve al conflicto, que se da en medio de las tensiones ya preexistentes entre las Iglesias ortodoxas de Ucrania y Rusia.
En ese marco, el Patriarca ortodoxo ruso Cirilo, con quien el Papa se reunió en 2016 en el acercamiento más importante entre católicos y ortodoxos en más de 1000 años, aparece como un aliado cercano a Putin, a través de la sólida alianza electoral que, según analistas, es parte central de las radicalizadas posturas antigay del presidente ruso en busca de complacer a los cerca de 150 millones de ortodoxos del país.
Es en ese contexto que Spadaro pone de manifiesto que, para evaluar una posible visita del Papa a Kiev, «habrá que tener en cuenta también la parte religiosa, en un país de mayoría ortodoxa la visita del Papa tendrá también un elemento ecuménico».
Francisco y Cirilo hablaron la semana pasada, en medio de la guerra, en una conversación que resaltó el rechazo papal a cualquier justificación del conflicto, como habían ensayado Cirilo y su mano derecha, el metropolita Hilarión, en los días previos.
«En un tiempo también se habló en nuestras Iglesias de guerra santa o guerra justa. Hoy no podemos hablar así. Se ha desarrollado la conciencia cristiana de la importancia de la paz», planteó Francisco para desactivar las justificaciones ortodoxas.
Para Spadaro, el diálogo entre Francisco y Cirilo, más allá de las divergencias, sirvió para mostrar que hay «un puente abierto, porque el conflicto tiene también una parte religiosa, por lo que la solución deberá también tener en cuenta esta dimensión».
Frente a las complejas dimensiones del conflicto y los posibles grados de mediación papal, Francisco tampoco ahorró palabras de rechazo a la postura de varios países de Occidente para buscar resolver el conflicto con una nueva carrera armamentista y una batería de sanciones a Rusia.
Esta semana, afirmó que «otras armas y otras sanciones» no son la «verdadera respuesta» a la «vergonzosa» guerra y se mostró «avergonzado» por la propuesta de Estados Unidos y aliados de aumentar sus gastos militares.
«La verdadera respuesta, por tanto, no son otras armas, otras sanciones, otras alianzas político-militares, sino otro enfoque», planteó, mientras un grupo de países liderados por Estados Unidos y la Unión Europea prepara nuevos bloqueos a la economía de Moscú y una nueva provisión de armas a Kiev.
«Me dio vergüenza cuando leí que un grupo de Estados se han comprometido a gastar el dos por ciento del PBI para comprar armas, como respuesta a lo que ahora es: una locura», criticó luego.
Por otro lado, mientras hay confianza de parte vaticana en la posibilidad de una mediación efectiva en el conflicto, el Papa sin embargo ha hecho trascender su preocupación por una escalada en la guerra que derive en un uso de armas nucleares.
«Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear», pidió este viernes a la Virgen en un acto público, luego de repetir esa preocupación en varias conversaciones reservadas dentro del Vaticano durante los últimos días.