El papa Francisco pidió este lunes que haya «diálogo» y «vías institucionales y pacíficas» para resolver las crisis en Nicaragua y Venezuela, al recibir a todos los embajadores acreditados en el Vaticano para repasar los principales conflictos mundiales en un discurso en el que también se refirió a China y la península coreana.
De cara a los 183 embajadores acreditados ante la Santa Sede, Bergoglio se mostró cercano a «la amada Nicaragua», para la que pidió «que las distintas instancias políticas y sociales encuentren en el diálogo el camino principal para empeñarse por el bien de toda la nación».
También repitió el mismo deseo «para la amada Venezuela, que se encuentren vías institucionales y pacíficas para solucionar la persistente crisis política, social y económica, vías que consientan asistir sobre todo a los que son probados por las tensiones de estos años y ofrecer a todo el pueblo venezolano un horizonte de esperanza y de paz», expuso.
En Venezuela, el Vaticano reconoce desde hace años la existencia de una crisis que llevó a que la Santa Sede se presentara en 2016 como facilitadora del diálogo entre gobierno y oposición, aunque luego debió retirarse frente a los pocos avances, como reconoció el mismo Bergoglio.
Durante su discurso de este lunes, el papa se refirió además a las expectativas del acuerdo para la designación conjunta de obispos firmado con China tras 50 años sin lazos diplomáticos.
«Esperemos que la prosecución de los contactos para la aplicación del Acuerdo Provisional firmado contribuya a resolver las cuestiones abiertas y asegure los espacios necesarios para un desarrollo efectivo de la libertad religiosa», planteó, en una de sus primeras referencias públicas.
En ese marco, como había hecho en su bendición navideña, volvió a ponderar los avances de pacificación entre las dos Coreas.
«De la península coreana han llegado signos positivos. La Santa Sede ve favorablemente los diálogos y espera que puedan abordar incluso los problemas más complejos con una actitud constructiva que lleve a soluciones compartidas y duraderas, a fin de garantizar un futuro de desarrollo y cooperación para todo el pueblo coreano y para toda la región», expuso.
Francisco reconoció así los avances que hubo en 2018 para bajar la tensión entre las dos Coreas, y que además de gestos bilaterales en favor del desarme, incluyeron una invitación no formal de Pyongyang al pontífice a través del presidente surcoreano Moon Jae-in en octubre pasado.
Además, durante su discurso de más de una hora, reclamó respuestas de la comunidad internacional frente a la inmigración.
«Una vez más, deseo llamar la atención de los gobiernos para que se ayude a quienes han emigrado a causa del flagelo de la pobreza, de todo tipo de violencia y persecución, así como de los desastres naturales y el cambio climático, y para que se tomen las medidas que permitan su integración social en los países de acogida», reclamó.
Francisco: «Los abusos de sacerdotes son una de las plagas de nuestro tiempo»