“El coronavirus no es la única enfermedad que hay que combatir", expresó el Sumo Pontífice en la Audiencia General de este miércoles, y agregó: "La pandemia ha sacado a la luz patologías sociales más amplias”
En la Audiencia General de este miércoles 12 de agosto, Papa Francisco afirmó que “el coronavirus no es la única enfermedad que hay que combatir, sino que la pandemia ha sacado a la luz patologías sociales más amplias”, como “la visión distorsionada de la persona, una mirada que ignora su dignidad y su carácter relacional.”
“La pandemia ha puesto de relieve lo vulnerables e interconectados que estamos todos. Si no cuidamos el uno del otro, empezando por los últimos, por los que están más afectados, incluso de la creación, no podemos sanar el mundo”: aseguró el Papa Francisco en la Audiencia General de este miércoles desde la Biblioteca del Palacio Apostólico. Después del receso del mes de julio, el pasado miércoles 5 de agosto retomó las catequesis semanales sobre algunas cuestiones apremiantes que la pandemia ha dejado en evidencia.
Al inicio, el Santo Padre reconoció el loable compromiso “de tantas personas que en estos meses están demostrando el amor humano y cristiano hacia el prójimo, dedicándose a los enfermos poniendo también en riesgo su propia salud: son héroes”. Sin embargo, afirmó el Pontífice, “el coronavirus no es la única enfermedad que hay que combatir, sino que la pandemia ha sacado a la luz patologías sociales más amplias”, como “la visión distorsionada de la persona, una mirada que ignora su dignidad y su carácter relacional.” Una mirada de los otros como objetos, pasa usar y descartar, que “fomenta una cultura del descarte individualista y agresiva, que transforma el ser humano en un bien de consumo”.
“Como discípulos de Jesús no queremos ser indiferentes ni individualistas” afirmó el Santo Padre, y pidió: “Que nos de ojos atentos a los hermanos y a las hermanas, especialmente a aquellos que sufren”, reconociendo la dignidad humana de cada persona, cualquiera sea su raza, lengua, o condición.
“Mientras trabajamos por la cura de un virus que golpea a todos indistintamente, la fe nos exhorta a comprometernos seria y activamente para contrarrestar la indiferencia delante de las violaciones de la dignidad humana; la fe siempre exige que nos dejemos sanar y convertir de nuestro individualismo, tanto personal como colectivo”, concluyó Francisco.