El Papa se despidió de su visita por el país asiático con un últyimo discurso en la capital Nur-Sultán
El papa Francisco pidió este jueves en Kazajistán que las religiones del mundo trabajen juntas para promover la paz de forma urgente, dar mayores responsabilidades a las mujeres y escuchar a los jóvenes, y advirtió por un posible «efecto dominó» de las tensiones internacionales si continúan los conflictos militares.
«El terrorismo de matriz pseudorreligiosa, el extremismo, el radicalismo, el nacionalismo alimentado de sacralidad, fomentan todavía hoy temores y preocupaciones en relación a la religión», se lamentó el pontífice al dar su último discurso en la capital kazaja, Nur-Sultán, con el que cerró una visita de tres días al país asiático.
«Por eso en estos días ha sido providencial reencontrarnos y reafirmar la esencia verdadera e irrenunciable de la misma», aseveró el papa a los más de 100 líderes políticos y religiosos que desde ayer participaron del VII Congreso de Líderes de las religiones mundiales y tradicionales que contó con representación de autoridades judías, islámicas, budistas y cristianas, entre otros credos.
Tras participar de la firma de la declaración final del evento, Francisco destacó que el documento «afirma que el extremismo, el radicalismo, el terrorismo y cualquier otra incitación al odio, a la hostilidad, a la violencia y a la guerra, cualquier motivación u objetivo que se propongan, no tienen relación alguna con el auténtico espíritu religioso y han de ser rechazados con la más resuelta determinación; han de ser condenados, sin condiciones y sin peros».
En su intervención, Francisco convocó a los líderes religiosos a enfocarse en las preocupaciones por la paz, las mujeres y los jóvenes, dentro de un reclamo general para que «se mire el bien del ser humano más que a los objetivos estratégicos y económicos, más que a los intereses nacionales, energéticos y militares, antes de tomar decisiones importantes».
«La paz es urgente porque cualquier conflicto militar o foco de tensión y de enfrentamiento hoy, no puede más que tener un nefasto efecto dominó y compromete seriamente el sistema de relaciones internacionales», advirtió.
Para el pontífice, de todos modos, «la paz no es la mera ausencia de la guerra, ni se reduce al solo equilibrio de las fuerzas adversarias, ni surge de una hegemonía despótica, sino que con toda exactitud y propiedad se llama obra de la justicia».
En el caso de la mujer, según la convocatoria de Francisco, «cuida y da vida al mundo, es camino hacia la paz.»
«Por eso apoyamos la necesidad de proteger su dignidad, y de mejorar su estatus social como miembro de la familia y de la sociedad con los mismos derechos», aseveró.
Francisco, que ha promovido figuras femeninas a cargos dirigenciales en varios de los ministerios de la Santa Sede, aseveró que «también a las mujeres se les han de confiar roles y responsabilidades mayores».
«¡Cuántas opciones que conllevan muerte se evitarían, si las mujeres estuvieran en el centro de las decisiones!», argumentó en esa línea y convocó además a los líderes a comprometerse «para que sean más respetadas, reconocidas e incluidas».
Al referirse a los jóvenes, los calificó como «los mensajeros de la paz y la unidad de hoy y del mañana».
«Ellos son los que, más que otros, invocan la paz y el respeto por la casa común de la creación. En cambio, las lógicas de dominio y de explotación, el acaparamiento de los recursos, los nacionalismos, las guerras y las zonas de influencia trazan un mundo viejo, que los jóvenes rechazan, un mundo cerrado a sus sueños y a sus esperanzas», destacó.
En el discurso en el Palacio de la Independencia de Nur-Sultán, Francisco retomó además el pedido de sus primeros dos días sobre la libertad de cultos y reclamó que entre todos los credos haya un compromiso «para que la libertad religiosa no sea un concepto abstracto, sino un derecho concreto».
«Defendamos para todos el derecho a la religión, a la esperanza, a la belleza, al cielo», animó al resto de las delegaciones, a las que convocó a seguir recorriendo el «camino necesario y sin vuelta atrás del diálogo interreligioso».
Francisco había iniciado sus actividades con un encuentro con sacerdotes y obispos kazajos en la Catedral de la Madre de Dios del Perpetuo Socorro de Nur-Sultán en el que sostuvo «que ninguno es extranjero en la Iglesia».
«Somos un solo Pueblo santo de Dios enriquecido por muchos pueblos. Y la fuerza de nuestro pueblo sacerdotal y santo está justamente en hacer de la diversidad una riqueza compartiendo lo que somos y lo que tenemos: nuestra pequeñez se multiplica si la compartimos», profundizó luego con los religiosos.
Luego, al regresar a Roma tras una gira de tres días, pidió una negociación para poner fin a la guerra en Ucrania que incluya a Rusia y reconoció que el Vaticano tiene un «diálogo» abierto con Nicaragua por el enfrentamiento entre el Gobierno y la Iglesia local al tiempo que, en conferencia de prensa en el vuelo de vuelta, rechazó juzgar si China «es democrática o antidemocrática».