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Forman parte de un club recuperado de Echesortu y realizan acciones solidarias


Juventud Unida fue recuperado por los vecinos del barrio luego de estar, durante años, en estado de abandono. A lo largo de la pandemia realizaron una serie de actividades solidarias, mientras continúan con la recuperación

Por Diego Carballido

La historia del Club Atlético y Social Juventud Unida es similar a la de una serie de instituciones barriales que nacieron con un espíritu comunitario y de contención para los vecinos, pero que sufrieron los avatares de las diferentes crisis a lo largo de la historia del país y quedaron presa de la desidia, o las mezquindades, de algunos pocos que pretendieron destinar estos espacios para fines particulares.

Desde hace dos años, un grupo de allegados a la institución se propuso devolverle el rol social que cumplía el club ubicado en Zeballos 3937. “En abril del año pasado logramos realizar las primeras elecciones para conformar una comisión directiva y el 8 de junio de 2019 hicimos la reapertura definitiva del club», compartió Guillermina Cuello, secretaria de la comisión del club Juventud Unida, en diálogo con CLG.

«Nuestro proyecto de club nace hermanado con el de otra institución vecina, como es el club El Cóndor de Cafferata 1477, y la recuperación se da a partir de pensar en clubes de barrio inclusivos y solidarios. Lugares donde se rescaten esos viejos valores que tenían estas instituciones cuando fueron creadas», agregó Cuello.

Juventud Unida, al igual que el resto de los clubes, tuvo que cerrar sus puertas durante los meses de aislamiento, cuando se encontraba en plena etapa de recuperación edilicia. «Es un club que lo estamos levantando de a poco. De hecho, no tenemos listos los baños y faltan algunos servicios básicos. Todo producto de que estuvo durante años vacío y la gente que lo tenía solo quería sacar provecho para unos pocos», contó Cuello.

«La pandemia, como a todos, nos agarró desprevenidos y después de pensar en alternativas para no tener el club cerrado, porque veíamos que la situación se iba a extender en el tiempo, decidimos ponernos al servicio de la gente. Principalmente de quienes más lo necesitan y peor la están pasando en esta pandemia», explicó Cuello respecto a las diferentes acciones solidarias que desde Juventud Unida se están promoviendo para ayudar a quienes sufren las consecuencias de la crisis que generó el coronavirus.

«En principio, comenzamos a pedir donaciones a socios y vecinos para ayudar a las familias del barrio y luego fuimos al Estado Municipal, a través de la Secretaría de Desarrollo Social, para que envíen alimentos con los que armamos bolsones para repartir», detalló Cuello y agregó que también durante la pandemia armaron «una red de profesionales de la salud para la atención de las crisis o angustias por la situación de aislamiento. Al mismo tiempo que mantuvimos por zoom un espacio de mujeres, que compartimos con el club El Cóndor, denominado La palabra liberada donde brindamos asesoría legal en los casos de violencia de género».

Junto con estas acciones, el club Juventud Unida también realizó un ropero solidario para entregar abrigo a quienes no lo tienen, en épocas de bajas temperaturas, y los miércoles y jueves se entregan viandas de comida a las personas en situación de calle. «La crisis ya la veíamos, previo a la pandemia, y esta situación la agudizó porque mucha gente se está quedando sin laburo. O sabemos de casos de personas que nunca habían ido a un comedor y ahora están yendo», aseguró Cuello.

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Respecto a la recuperación que los socios del Juventud Unida están realizando, Cuello compartió: «Entendemos que quienes se tienen que hacer cargo del club son los propios socios, porque de alguna manera les pertenece. Y apelamos a que sean ellos, de manera solidaria, quienes puedan aportar desde los conocimientos que cada uno tiene».

Para la secretaria de la comisión directiva, el barrio está «muy contento con la recuperación, porque antes estuvo muchos años cerrado y sin funcionar», y agregó que quienes están en esta tarea colectiva son socios que van “desde jóvenes hasta un miembro de la comisión que tiene casi 80 años”.