Valeria Haurigot, del Ministerio Público de la Acusación, dijo que cada vez hay más ataques "digitados desde la cárcel"
La titular de la unidad de casos de balacera del Ministerio Público de la Acusación (MPA) de Rosario, Valeria Haurigot, advirtió que en las causas por esos delitos «hay un predominio cada vez más grande de hechos digitados desde la cárcel».
«Que no haya control en la cárcel, que en la conformación de pabellones no se separen a los narcos redunda al final en una violencia mayor», afirmó la fiscal rosarina.
Haurigot está a cargo de la unidad que investiga balaceras en Rosario, una modalidad criminal que creció notablemente en los últimos años.
La fiscalía no solo investiga los hechos de tiroteos entre personas, sino los casos de balaceras a comercios o frentes de viviendas en causas por extorsión o con fines de usurpación de inmuebles.
Varios de ellos terminan con imputaciones a presos, que mediante el uso de teléfonos móviles extorsionan a comerciantes desde la cárcel con el apoyo exterior de «tira-tiros».
«El peor problema está en las cárceles federales. Los establecimientos penitenciarios están pensados de manera antigua, con presos de baja lesividad», sostuvo la fiscal.
Para Haurigot, constituye un problema que en el servicios penitenciario «hoy mezclan a narcos con presos por delitos comunes».
Un caso resonante es el del jefe de la narcobanda rosarina «Los Monos», Ariel «Guille» Cantero, investigado en varias causas por ordenar por teléfono y desde la cárcel ataques a edificios públicos, un secuestro extorsivo o comercio de estupefacientes.
Haurigot dijo en declaraciones Radio 2 que «cada vez que se secuestran celulares» en prisión, ellos analizan «la información» que contienen.
«El resultado que tenemos siempre es más violencia», afirmó la fiscal y agregó que «a la hora (de las requisas, los detenidos) consiguen un nuevo teléfono para continuar» con conductas delictivas.
Para la representante del MPA, la ineficacia de los controles en las prisiones que permite organizar el delito desde una celda, hace que «la posibilidad de dar respuesta del Estado se aminore, se genere cansancio y desdén».