Espectáculos

Finalizó en la ciudad el 33º Festival Nacional del Teatro


La obra santafesina «Esto no es Calígula» fue en la noche del sábado la disfrutable frutilla del postre de la Fiesta Nacional del Teatro, con un devenir irregular pero intenso, con una edición número 33 que tuvo sus particularidades.

Además de la amplitud de su agenda artística -que obligó a público, jurados y críticos a veloces traslados entre las salas-, el encuentro se encontró con que Florencia Pérez Riba sustituía a Federico Irazábal como representante del Ministerio de Cultura de la Nación en el INT y que el secretario general de la entidad, de Santa Fe, Miguel Ángel Palma, era su responsable absoluto junto un equipo muy aceitado.

Marcelo Allasino, director ejecutivo del INT, importante teatrista de la ciudad de Rafaela, donde fue Secretario de Cultura hasta hace dos años y medio, estuvo en la función inaugural, el 12 de mayo, pero no hizo su habitual discurso de apertura.

La obra «(esto no es) Calígula» es un muy divertido y profundo espectáculo a cargo del elenco que lidera Edgardo Dib desde hace 30 años -sus integrantes prefieren llamarse «familia»- y toma la lectura del texto original de Albert Camus por un actor petulante (Rubén von der Thüsen) y su relación con un criado (Raúl Kreig).

Hubo obras que figuraron entre las «fijas» de mucha gente, como las porteñas «Millones de segundos», «Yo, Encarnación Escurra» y «Todo tendría sentido si no existiera la muerte», las cordobesas «Clase» y «Agamenón. Volví del supermercado y le di una paliza a mi hijo», la neuquina «Vairoleto, pechico libertario», la rosarina «Niebla» y la santafesina «La biunda».

De Tucumán llegó «…Que pase algo (título en proceso), de Sergio Miguel Prina, con algún brillo en las actuaciones y un interesante planteo escénico, de Misiones «De madres y de niños. Ríos de teatro», escrita y dirigida por Iván Moschner, una válida indagación sobre la necesidad del trabajo en el registro de clown, y la bonaerense «Como la espuma de un mar de noche», sobre textos de Alejandro Urdapilleta y con jugadas actuaciones de Matías Sanders y Sofía Fernández.

La actriz entrerriana Candela González Tonón conmovió y sedujo con su unipersonal «Guía semanal de ideas», escrito y dirigido por Gastón Díaz, y las salteñas Natalia Aparicio y Daniela Canda hicieron un buen trabajo con «La moribunda», de Urdapilleta, mientras Formosa dio su sorpresa con «Érase una vez… el lobizón», de Lucas Ramírez, con vestigios de Juan Carlos Chiappe.

Hubo incomodidades con «Los reídos», de Luigi Serradori, una jocosa deconstrucción del mito del macho correntino con actores estupendos -Sebastián Cardozo, Darío Lovatto, Carlos Sánchez, Guillermo Zambón- que fue (mal) entendida por algunos sectores que la vieron machista y misógina, todo lo contrario a su intención.

Pero también hubo un puñado de intentos llegados de distintas provincias que carecieron de la entidad artística y aun conceptual como para interesar al público por encima de sus pretenciones, un fenómeno que se repite en forma fluctuante en las Fiestas a través de los años y que la organización debería rever.

En el segmento reconocimientos a la trayectoria, durante una intensa y prolongada sesión, el Premio Nacional fue para Néstor Zapata y los regionales fueron para Mauricio Kartún (Centro), Gerardo Antonio Dayub (Centro Litoral), María Cristina Devoto (NEA), Daniel Nassif (NOA), Marcelo Di Gennaro (Nuevo Cuyo) y Daniel Cazzapa (Patagonia).

En la misma ocasión se reconoció al grupo Libertablas (Capital Federal) con el Premio Nacional y entre los regionales figuraron El Baldío Teatro (Ciudad Jardín, Palomar), El Cuenco (Córdoba), Sala 88 (Chaco), Grupo Jujeño de Teatro (Jujuy), Centro Pro Danza-Grupo Pos Danza (La Rioja) y Tampolín (Bariloche, Río Negro).