Si el ambiente cada vez es más intenso, la jornada del sábado será un auténtico hervidero con la llegada de 80 vuelos desde Inglaterra. En total, 16.500 hinchas podrán entrar en el estadio
Sin mascarilla, aglomerados, entre gritos y cánticos, quemados por el sol y con un fuerte olor a cerveza. Esa es la radiografía de los cientos de hinchas ingleses que han tomado la ciudad de Oporto antes de la final de la Liga de Campeones que disputarán este sábado en Do Dragao el Manchester City y el Chelsea.
El color azul es el que domina el horizonte de Oporto, ya que, al igual que el equipo de la Invicta, el Chelsea y el City presumen de añil, uno más oscuro y el otro celeste.
Los vecinos de Oporto, desde la distancia, observan incrédulos cómo la hinchada inglesa no cumple con ninguna medida de seguridad establecida en tiempos de pandemia, ya que en Portugal es obligatorio portar mascarilla.
Sin embargo, la orilla del río Duero, la «Baixa», está tomada por hombres y mujeres de Londres y Manchester que no paran de cantar, cerveza en mano, alentados por los más atrevidos que arengan a las masas ante la pasividad policial.
Nadie les dice nada y los agentes sólo vigilan desde la lejanía, sin obligarles a cumplir las reglas sanitarias.
Los ingleses no tienen miedo al contagio y las cantinas de Oporto, diezmadas sobremanera durante el último año por la pandemia, intentan hacer caja a base de servir cientos de cervezas.
«One beer, please» (una cerveza, por favor), esa es la frase más repetida a los camareros, mientras los hinchas no paran de cantar.
Mientras tanto, la avenida de Los Aliados, en el centro de Oporto, luce una «orejona» gigantesca, rodeada por cientos de aficionados y curiosos que se toman la foto junto al trofeo de la Liga de Campeones.
El fútbol lo justifica todo, dicen algunos aficionados, mientras que los viandantes portugueses intentan distanciarse de la muchedumbre.
De fondo, en la calle Artur Magalhaes, paralela a la arteria de los Aliados, varias decenas de hinchas del Chelsea han tomado una terraza donde todo el que se acerque será regado por la cerveza de los jóvenes aficionados que han decidido cantar sin camiseta para lucir las quemaduras del sol portugués de las últimas horas.
Si el ambiente cada vez es más intenso en Oporto, la jornada del sábado será un auténtico hervidero con la llegada de 80 vuelos desde Inglaterra.
En total, 16.500 hinchas podrán entrar en el estadio, bajo la sorpresa de los aficionados lusos, que no entienden cuál es la diferencia para que en un partido de Liga no haya público y en uno de ‘Champions’ el recinto pueda acoger una tercera parte de su capacidad.
Algunos presagian lo peor en quince días, en caso de que la fiesta del fútbol sea una vector de la COVID-19. Otros esperan que todo pase cuanto antes. Y los más optimistas lo justifican para que Oporto pueda reactivar su economía y relanzar el turismo.